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  • La iglesia holandesa de punta con Roma
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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  • EL CONFLICTO SE PONE MÁS REÑIDO
  • CHOQUE DE FRENTE
  • CÓMO RESPONDE LA GENTE
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/1 págs. 35-38

La iglesia holandesa de punta con Roma

“¡PARECE increíble, señor! Por veinticinco años he estado en comunicación diaria con la gente. Todos creemos que la iglesia nos ha defraudado. Todos estos cambios nos han quitado nuestro entusiasmo. Esto no quiere decir que todos hayamos renunciado a la iglesia, pero sí hemos perdido nuestro celo. Y nuestros hijos están dando el siguiente paso. No van en absoluto.”

Eso es lo que un negociante de edad madura en una población rural católica de los Países Bajos u Holanda le dijo a un ministro viajante. Pero, ¿es éste un caso aislado? No, un sinnúmero de otras personas, tanto entre el clero como entre los legos, comparten por igual sus sentimientos.

Esto lo indica la disminución aguda de asistencia a la iglesia —420.000 asistentes a la iglesia menos a fines de 1969 que en 1966— y lo patentiza la reducción en las filas de los clérigos. Es común entre los católicos holandeses de todo el país una sensación de gran incertidumbre. Esto se debe a los cambios en su iglesia y a las naciones que van empeorando con Roma.

Los sucesos recientes en relación con el celibato sacerdotal han puesto tirantes las relaciones entre la iglesia holandesa y Roma hasta un punto crítico. La situación se hizo tensa durante la quinta sesión del concilio pastoral, que se celebró del 4 al 7 de enero de 1970, en Noordwijkerhout, Holanda.

Allí se hizo la recomendación de que se permitiera la ordenación de sacerdotes casados. Durante las sesiones de este concilio los obispos no votaron. Pero más tarde, cuando el Vaticano expresó su fuerte desagrado a causa de la declaración formal del concilio holandés, los obispos holandeses también declararon que querían despejar el camino para los sacerdotes casados. Esto fue en contra de los deseos explícitos del papa Paulo VI.

El hecho de que a Roma le desagradó mucho esta declaración formal lo indica la denunciación ardiente publicada en L’Osservatore Romano del 30 de enero de 1970, en que se enunció que la acción acerca del celibato constituía “una maniobra contra el papa.” Le Monde de París dijo: “Es la primera vez en la historia de la iglesia católica que una conferencia nacional de obispos en su totalidad abiertamente se opone a lo que patentemente es la norma papal.” Un prominente periódico católico de Holanda expresó la situación declarando: “La iglesia holandesa choca de frente con Roma.”

Pero, ¿ha estado siempre la iglesia holandesa de punta con Roma? Si no, ¿cómo se desarrolló la situación hasta su presente condición explosiva? Un breve vistazo a la historia de la Iglesia Católica Romana en Holanda será provechoso.

HISTORIA DE LA IGLESIA HOLANDESA

Durante los siglos seis al ocho E.C. se persuadió a la gente de la zona general de lo que ahora son los Países Bajos u Holanda a hacerse miembros de la Iglesia Católica Romana. Bajo el emperador Carlomagno se usaron medios muy fuertes para incorporar a todo un pueblo, los sajones, en la iglesia. Los historiadores dicen que este “cristianizar” se llevó a cabo con mano fuerte, que a veces se exigió el bautismo bajo la amenaza de muerte.

Gradualmente la entera población aceptó el “cristianismo.” Pero esto no los detuvo de derramar sangre para resolver definitivamente las controversias que había entre ellos. En estas contiendas el obispo de Utrecht a menudo tomaba la iniciativa llevando a cabo expediciones merodeadoras en su vecindario. En esto no difirió de los gobernantes seglares de aquel tiempo.

Una crisis severa azotó a la iglesia holandesa en el siglo dieciséis. Esto se debió a la Reforma, que encontró una pronta respuesta en el país. Los “reformadores” tuvieron buen éxito porque instaban a la gente a familiarizarse más con la Biblia. Por primera vez se hicieron disponibles traducciones de la Biblia completa en holandés. Pero el clero católico combatió con toda su fuerza contra el nuevo movimiento, y muchos lectores de la Biblia murieron en la hoguera. De ambos lados se cometieron crueldades. Las altercaciones religiosas se convirtieron en una guerra civil.

La conclusión de esta guerra larguísima llegó con el Tratado de Paz de Münster en 1648. Por este tratado se dio reconocimiento a una parte septentrional protestante, que compone aproximadamente el país de Holanda del día moderno, y una parte meridional predominantemente católica, que compone aproximadamente la Bélgica del día moderno.

Al principio, la minoría católica de los Países Bajos tuvo que profesar su fe en secreto. Pero gradualmente se obtuvo más libertad. Durante la proscripción oficial de la adoración católica, la iglesia católica no existió por largo tiempo como una provincia eclesiástica independiente con su propia jerarquía, sino que por siglos fue gobernada directamente desde Roma. Se comprende que se sintió una influencia más fuerte desde Roma que lo que normalmente se hubiera sentido.

A esto quizás se deba que, con la excepción del Cisma de Utrecht de 1723, la relación entre la iglesia holandesa y Roma haya sido bastante serena. A mediados del siglo diecinueve un cambio en la constitución hizo posible la restauración de la jerarquía episcopal en los Países Bajos. Ahora aproximadamente el 40 por ciento de la población holandesa de más de doce millones y medio consta de católicos romanos.

EL CONFLICTO SE PONE MÁS REÑIDO

Hasta la II Guerra Mundial, la iglesia holandesa estaba en una condición que se ha descrito como ‘la próspera vida católica romana.’ Había un fuerte apego a Roma y una abundante vida social católica. El número de sacerdotes enviados de Holanda como misioneros era muy elevado. Religiosamente hablando, había tranquilidad y sosiego. Quizás esto explique por qué la iglesia holandesa no se opuso abiertamente al concordato entre el Vaticano y Hitler. Todavía no había llegado el tiempo.

Sin embargo, durante y después de la II Guerra Mundial la situación cambió. La población gemía bajo la opresión nazi. Los obispos de Holanda asumieron una actitud muy diferente a la del papa de Roma respecto a la opresión y deportación de judíos. Cuando, algunos años después, se representó el drama de Rolf Hochhuth “El vicario,” se encendieron nuevamente las discusiones en cuanto a la actitud y proceder del papa en aquellos años. Un bien conocido reportero católico escribió que el silencio del papa en un tiempo en que los obispos holandeses hablaron denodadamente contra la persecución nazi de los judíos había sido doloroso.

Sin embargo, fue el segundo Concilio del Vaticano de 1962 a 1965 lo que hizo surgir la situación actual. Ese concilio, según el papa Juan XXIII, tenía en mira ‘dejar que entrara un poco de aire fresco en la iglesia.’ En cambio, hizo surgir controversias de fuerza huracanada que amenazan con hacer añicos esa estructura.

En 1966 el episcopado holandés publicó un nuevo catecismo. Las relaciones con Roma empeoraron rápidamente. La pureza doctrinal de este catecismo llegó a ser objeto de la crítica del Vaticano. Llegó a ser asunto de fuerte controversia. Al fin se hizo una extensa investigación de la acusación de herejía en cuanto a su contenido. Finalmente un ajunta de cardenales sugirió revisiones que la iglesia holandesa tuvo que publicar como suplemento.

CHOQUE DE FRENTE

La situación llegó al punto de rompimiento cuando los obispos holandeses anunciaron como decisión: “Concédase al sacerdote un anillo de bodas,” como lo expresaron los titulares de un periódico. Esto hizo chocar de frente a la iglesia holandesa con Roma. Los obispos favorecieron la opinión de que a los sacerdotes casados se les concediera un lugar en la iglesia. Esto estaba directamente en contra del deseo explícito del papa de que hubiera abstención de hacer cualesquier comentarios negativos respecto al celibato.

No se puede echar el asunto a un lado diciendo que envuelve solo a un grupito de sacerdotes rebeldes que quieren casarse. Algunos tratan de explicarlo así. Sin embargo, los hechos demuestran que la mayoría de los sacerdotes y el 70 por ciento de los católicos holandeses están a favor de que los sacerdotes se puedan casar a la vez que retienen su plena autoridad. Aproximadamente la mitad de los católicos creen que los obispos locales deben tener la autoridad para cancelar el celibato obligatorio para los sacerdotes.

En el ínterin, el papa sigue diciendo “No” a que se permita que los sacerdotes se casen. Quiere que los obispos holandeses corrijan su posición en cuanto al asunto del celibato. Desde que anunció esto, ha aumentado el número de sacerdotes que han salido de la iglesia. En enero de 1970 el número de los sacerdotes que habían renunciado fue el doble de la cantidad de los meses anteriores.

CÓMO RESPONDE LA GENTE

¿Cómo responde la gente católica a todo esto? Por supuesto, hay mucha confusión. Pero, generalmente, se pueden distinguir cuatro grupos. Un grupo se compone de personas que ven en esta situación un desafío hacia renovar la iglesia. Les parece que esto suministra la oportunidad de efectuar los cambios necesarios.

Un segundo grupo consta de aquellos a quienes les disgusta la “confusión en la iglesia,” como lo expresan. De modo que le dan la espalda a la iglesia y a la fe en Dios. Entre este grupo se hallan muchos jóvenes. No quieren ser defraudados como sus padres. Pero, ¿refuta la falta de honradez entre los hombres la existencia de Dios? El apóstol Pablo dijo que Dios no puede mentir. (Heb. 6:18) Su Palabra de verdad, la Santa Biblia, hace accesible un nuevo futuro tanto para los jóvenes como para los de más edad. Y los testigos de Jehová están ayudando ahora a muchas de estas personas en los Países Bajos a entender la Biblia y los propósitos de Dios. Para ayudar a la gente a estudiar la Biblia, usan el libro La verdad que lleva a vida eterna. Un lector llamó el contenido de este libro ‘una mina de oro de conocimiento bíblico.’

Un tercer grupo se compone de los católicos que adoptan el punto de vista de que, aunque no concuerdan con la situación confusa, no quieren dejar la iglesia. Pero muchos de ellos han perdido su celo y se han hecho observadores pasivos. Su opinión acerca de la renovación es: “Que hagan lo que les parezca. Yo también haré lo que me parezca.” Pero si no hay nada de que entusiasmarse, ¿no sería hora de volverse en otra dirección? Un prominente clérigo holandés escribió que la iglesia es la tumba de Dios. Pero el hecho de que la iglesia sea una tumba no quiere decir que Dios esté en esa tumba, ni que la gente deba quedarse allí. Dios está vivo y garantiza unos ‘nuevos cielos y una nueva tierra en los cuales habrá de morar la justicia.’ (2 Ped. 3:13; 1 Tim. 3:15) Las personas que verdaderamente aman a Dios deben recibir con regocijo esa promesa agradablemente conmovedora.

Entonces, hay un grupo de personas católicas que han hecho un avalúo diferente de lo que está sucediendo en su iglesia, un grupo que constantemente aumenta. Disciernen que en este conflicto ni un lado ni el otro realmente confía en la Biblia. No obstante, la Biblia habla sin ambages en cuanto al punto de vista correcto respecto a todos los puntos que están en conflicto. Es por eso que estas personas están dirigiéndose a la Biblia y están estudiándola con los testigos de Jehová, que ofrecen a todo individuo un curso gratuito de estudio bíblico de seis meses.

Por ejemplo, un joven católico estaba recogiendo dinero de casa en casa para la parroquia. En una casa encontró a un Testigo y éste lo invitó a entrar. El Testigo dijo que él efectuaba una obra de predicación, pero que la diferencia estribaba en que él enseñaba la Biblia y no recibía dinero por ello como lo recibe el pastor. El Testigo le ofreció un estudio bíblico gratuito durante una hora cada semana.

El joven y su esposa aceptaron esta oferta y han progresado rápidamente en aprender las verdades de la Biblia. Ahora se sienten impelidos a trabajar de casa en casa, no para recoger dinero, sino para hablar a otros acerca de las maravillosas promesas de Dios para el futuro. Ya no se sienten desorientados por haber sido abandonados por sus líderes espirituales. Han recobrado la fe en Dios y en su Palabra confiable. No ven necesidad alguna de modernizar la iglesia, sino como dijeron, “nosotros como individuos tenemos que cambiar para estar en armonía con la Palabra de Dios.”

Muchas otras personas están llegando a comprender esta necesidad. Cuando afrontan directa o indirectamente los conflictos que hay en la iglesia, han dado los pasos correctos para agradar a Dios. No obran impelidos simplemente por un espíritu de rebelión, ni se permiten llegar a ser indiferentes para con Dios. Realmente están interesados en estar en paz con Dios y en hacer su voluntad.

Por eso, aunque la agitación aumenta en la iglesia católica, a muchos se les están abriendo los ojos. Están aprovechándose de la oportunidad de evaluar correctamente su relación con Dios desde el punto de vista bíblico. Y se regocijan al enterarse de que el propósito de Dios es acabar con todo el alboroto mundial y conceder vida eterna bajo condiciones justas a los que realmente hacen su voluntad.—Mat. 7:21-23; Sal. 37:10, 11, 29.

[Comentario de la página 37]

LOS HOLANDESES DICEN...

“Hemos sido defraudados por la iglesia.”

Hay una “confusión en la iglesia.”

“Concédase al sacerdote un anillo de bodas.”

“La iglesia holandesa choca de frente con Roma.”

“Nosotros como individuos tenemos que cambiar.”

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