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¡Despertad! 1996
g96 22/3 págs. 6-7

Tarjetas de crédito y cheques: ¿podrían ser falsos?

¡QUÉ comodidad! Son tan pequeñas y fáciles de llevar. Caben perfectamente en la billetera del hombre o en el bolso femenino. Permiten adquirir muchas cosas sin que sea necesario llevar un solo centavo. Las recomiendan y anuncian líneas aéreas, compañías de cruceros, hoteles y centros turísticos de todo el mundo. Se le dice a la gente: “No salga sin ella”. Muchos negocios la prefieren, y a diferencia del efectivo, si se pierde o es robada, se la puede reemplazar. Es dinero personalizado, pues lleva el nombre y número de cuenta del propietario.

Se las conoce como dinero plástico o tarjetas de crédito y débito. En 1985 algunos bancos emitieron sus propias tarjetas avanzadas con hologramas (imágenes tridimensionales elaboradas con rayo láser) y otras características de seguridad, desde códigos especiales en la banda magnética del reverso hasta marcas invisibles perceptibles solo con rayos ultravioleta. Todo esto para desalentar la falsificación. Se calcula que existen más de seiscientos millones de tarjetas de crédito en todo el mundo.

Se cree que las pérdidas por fraudes con tarjetas de crédito a principios de los noventa ascienden a por lo menos 1.000 millones de dólares, y la falsificación es el fraude que aumenta con mayor rapidez; se le atribuye por lo menos el 10% de todas las pérdidas.

En 1993, por ejemplo, a los bancos asociados con una de las principales compañías financieras la falsificación les costó 133,8 millones de dólares, un aumento del 75% sobre el año anterior. Otra compañía crediticia transnacional también informó pérdidas sorprendentes causadas por la falsificación. “Eso convierte a la falsificación de tarjetas de crédito en un problema de enormes proporciones no solo para los bancos, las entidades financieras y los negocios que las aceptan, sino también para los consumidores de todo el mundo”, manifestó un rotativo de Nueva Zelanda. Aunque no se responsabiliza de las pérdidas a los titulares legítimos, los costos inevitablemente recaen en ellos.

¿Qué puede decirse de los elementos de seguridad añadidos para desalentar a los falsificadores, como los hologramas y los códigos especiales en la banda magnética? Al año de haberse inventado, aparecieron las primeras réplicas burdas. Poco después, todos los dispositivos de seguridad habían sido copiados o eludidos. “Debemos mejorar constantemente —mencionó el portavoz de un banco de Hong Kong—. Los timadores siempre intentan adelantarnos.”

Es interesante que, de acuerdo con los expertos, a principios de los noventa, la mitad de los fraudes cometidos con tarjetas de crédito falsas ocurrían en Asia, y que Hong Kong era, según todas las pistas, el lugar donde se fabricaba casi la mitad de ellas. “Hong Kong es tan famoso por sus tarjetas de crédito falsas como París por su alta costura”, expresó un experto. Otros han acusado a Hong Kong de ser la capital de las falsificaciones crediticias, “el centro del ‘triángulo de plástico’ de las falsas tarjetas de crédito, que incluye a Tailandia, Malaysia y ahora al sur de China”. “La policía de Hong Kong afirma que los carteles locales relacionados con la mafia china graban, estampan en relieve y codifican tarjetas falsas con números que consiguen de personas corruptas. Después, simplemente envían la tarjetas falsas al extranjero”, explicó el diario neozelandés.

“Una pandilla asiática compró en Canadá una máquina para estampar en relieve tarjetas de crédito, y ahora la usa para hacer tarjetas ilegítimas. La máquina imprime 250 tarjetas por hora, y la policía cree que la utilizaron para un fraude millonario”, informó el diario canadiense Globe & Mail. En los últimos años se han arrestado a honkonguenses de origen chino en por lo menos veintidós países desde Austria hasta Australia, incluidos Guam, Malaysia y Suiza, por usar tarjetas falsas. Las japonesas son las predilectas, pues conceden a los usuarios los mayores límites de crédito.

La frecuencia de las estafas y falsificaciones de tarjetas de crédito significa que “las compañías tendrán que dividir las crecientes pérdidas entre los titulares de las tarjetas”, mencionó un banquero canadiense. Y en realidad así es. La tarjeta de crédito puede ser la salvación cuando el usuario no cuenta con dinero en efectivo. Pero recuerde que lo único que los falsificadores necesitan para hacer su negocio es su número de cuenta y la fecha de vencimiento de la tarjeta. “Es dinero de plástico —dijo en tono de advertencia un jefe de seguridad regional de American Express International—, pero la gente no la cuida con el mismo esmero que el dinero en efectivo.”

Un jefe de policía opina que “el sistema está plagado de defectos que los maleantes aprovechan plenamente. ¡Y vaya que los han utilizado sin compasión!”, dijo, aludiendo a los falsificadores.

La falsificación de cheques

La llegada de impresoras de oficina, que pueden copiar hasta el más mínimo detalle de prácticamente cualquier billete, trajo lo inevitable. Los estafadores ahora pueden hacer réplicas de todo tipo de documentos: pasaportes, actas de nacimiento, tarjetas de inmigración, certificados de acciones, órdenes de compra, recetas médicas y muchos más. Pero los principales dividendos los obtienen de la duplicación de cheques.

El procedimiento es sorprendentemente sencillo. Cuando un cheque de nómina de una empresa grande, que tiene depositados millones de dólares en bancos locales o estatales, cae en manos de un falsificador, este empieza su negocio. Con una impresora, un escáner y otros aparatos, modifica el cheque a su entero gusto; altera la fecha, sustituye el nombre del beneficiario por el suyo y añade ceros a la cifra. Después, con su impresora láser imprime el cheque alterado en papel del mismo color que el original que ha comprado en la papelería más cercana. Tras imprimir docenas de cheques falsos, puede cambiarlos en las sucursales del banco en cualquier ciudad.

Se hacen tantos cheques falsos con este método sencillo y barato, que, según las autoridades bancarias y policíacas, las pérdidas económicas tal vez asciendan a 1.000 millones de dólares. Según The New York Times, un caso que sobresalió por su desfachatez fue el de una pandilla de Los Ángeles que recorrió todo el país cobrando en los bancos miles de cheques falsos por un total de 2.000.000 de dólares. Los analistas industriales calculan que tan solo en Estados Unidos el costo anual de los fraudes con cheques es ahora de 10.000 millones de dólares. Un agente del FBI dijo: “El principal delito que perjudica a las instituciones financieras es la falsificación de documentos negociables, como los cheques y los giros postales”.

[Comentario de la página 7]

Las mayores ganancias provienen de la falsificación de cheques

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