Puentes: ¿qué haríamos sin ellos?
“Da gracias al puente que te cruzó al otro lado.”—George Colman, dramaturgo inglés del siglo XIX.
¿CUÁNDO fue la última vez que atravesó un puente? ¿Reparó en él siquiera? Millones de personas cruzan puentes a diario, de modo que no les concedemos importancia. Pasamos a pie o en un vehículo por encima o por debajo de ellos sin pensarlo. Pero ¿y si no existieran?
Por miles de años, el hombre y las bestias han podido salvar espacios infranqueables —ríos, desfiladeros y barrancos— gracias a diferentes tipos de puentes. Algunas ciudades no pueden concebirse sin sus puentes: El Cairo, Londres, Moscú, Nueva York, Sydney y muchas otras. Los puentes tienen, efectivamente, una larga historia.
Puentes del pasado
Hace más de dos mil quinientos años, la reina Nitocris de Babilonia construyó un puente sobre el río Éufrates. ¿Por qué? El historiador griego Heródoto contesta: “Como la ciudad tenía dos sectores y el río pasaba por en medio, en tiempos de los reyes que la precedieron, cuando se quería pasar de un sector a otro, había que hacerlo en barca, cosa que, a mi juicio, resultaba molesta”. Con maderos, ladrillos cocidos y bloques de piedra como materiales de construcción, y hierro y plomo como argamasa, Nitocris levantó un puente sobre uno de los ríos más famosos de la antigüedad.
Los puentes han influido a veces en el curso de la historia. Cuando el rey Darío el Grande de Persia emprendió su campaña militar contra los escitas, quiso tomar la ruta terrestre más rápida posible desde Asia hasta Europa, lo que implicaba conducir a su ejército de 600.000 hombres a través del estrecho del Bósforo. Era peligroso cruzarlo en barca debido a la espesa niebla y las corrientes traicioneras, de modo que Darío construyó un puente flotante de 900 metros de longitud enlazando barcas en cadena. En la actualidad no tenemos que pasar tanto trabajo para atravesar el Bósforo, pues podemos cubrir el trayecto en menos de dos minutos en automóvil usando los puentes que hay en Estambul (Turquía).
Los estudiantes de la Biblia tal vez recuerden la ocasión en la que la ausencia de un puente afectó al curso de la historia. Fue cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia sitió la ciudad insular de Tiro. Durante trece años intentó conquistarla, pero no lo logró, en parte porque no había un puente que uniera la isla a tierra firme (Ezequiel 29:17-20). La ciudad insular no sería tomada hasta trescientos años después, cuando Alejandro Magno construyó un terraplén desde la costa hasta la isla.
En el siglo I, todos los caminos conducían a Roma, pero los romanos necesitaban puentes, así como carreteras, para mantener la cohesión del imperio. Valiéndose de piedras de hasta ocho toneladas, los ingenieros romanos edificaron puentes de arco tan bien diseñados que algunos de ellos todavía permanecen en pie después de más de dos mil años. Sus acueductos y viaductos también eran puentes en realidad.
En la Edad Media, los puentes sirvieron a veces de fortalezas. En el año 944, los sajones construyeron en Londres un puente de madera sobre el río Támesis para protegerse de un ataque de los daneses. Casi tres siglos después fue reemplazado por el antiguo puente de Londres, recordado en las páginas de la historia y en las canciones infantiles.
Cuando Isabel I ascendió al trono de Inglaterra, el puente de Londres era más que una fortaleza de piedra. Sobre él se habían levantado edificios que albergaban tiendas en la planta baja y viviendas para mercaderes ricos e incluso miembros de la corte real en las plantas superiores. El puente de Londres se había convertido en uno de los centros de la vida social urbana. Los alquileres que se cobraban a los tenderos y a los residentes ayudaban a costear su mantenimiento. Además, era un puente de peaje.
Mientras en Europa se construían puentes de madera y piedra, en Sudamérica los incas los hacían de cuerdas. Un destacado ejemplo es el puente de San Luis Rey sobre el río peruano Apurímac. Los incas fabricaron cables del grosor de un hombre retorciendo juntas las fibras de cierta planta, los apoyaron en pilares de piedra y los tendieron por encima del río. Después de asegurarlos por sus extremos, suspendieron una plataforma de tablones por la que se podía transitar. Había equipos de mantenimiento que reemplazaban los cables cada dos años. Tan bien construido y mantenido estaba el puente que duró quinientos años.
Los puentes se adaptan a las necesidades
Los puentes deben resistir los terremotos, los vientos fuertes y las variaciones de temperatura. Como hemos visto, hasta hace relativamente poco los ingenieros los construían de madera, ladrillo y piedra. Cuando empezaron a circular automóviles, a finales del siglo XIX, fue preciso mejorar y ampliar los puentes existentes para que pudieran soportar un tráfico más pesado.
La invención de la locomotora de vapor también dio ímpetu a la proyección y construcción de puentes. Las rutas más convenientes para el ferrocarril por lo general atravesaban amplios canales y profundos desfiladeros. ¿Podría construirse un puente que salvara la distancia y soportara el peso de la cantidad creciente de vagones de carga? Los puentes de hierro fundido satisficieron la necesidad por un tiempo. Uno de los más famosos de principios del siglo XIX es el puente colgante del estrecho de Menai, en el norte del País de Gales, proyectado por el ingeniero escocés Thomas Telford y terminado en 1826. Tiene una longitud de 176 metros y todavía se utiliza. Pero el hierro fundido era quebradizo, por lo que con frecuencia aparecían fallas en la estructura. A finales del siglo XIX empezó a fabricarse el acero, material de propiedades idóneas para la construcción de puentes más largos y seguros.
Tipos de estructuras
Hay siete tipos principales de estructuras de puentes (véase el recuadro de arriba). A continuación describiremos brevemente dos de ellas.
Los puentes voladizos (o cantilever) constan de dos torres macizas en los lados opuestos del río con una viga anclada en cada torre, de forma parecida a como un trampolín se sujeta al borde de una piscina. Para completar el puente se unen ambas vigas en el centro mediante un tramo rígido.
Si el río es turbulento o su lecho es muy blando, se prefiere normalmente este tipo de estructura porque no exige que se hinquen pilares en medio del río. Por su rigidez, los puentes voladizos son ideales para soportar tráfico pesado, como los ferrocarriles.
Quizá haya visto alguna vez a un acróbata circense caminando por la cuerda floja. ¿Se percató de que en realidad estaba caminando sobre un puente, un puente colgante? Algunos puentes colgantes que se utilizan hoy en día no son mucho más complejos que una cuerda floja. Pueden consistir en un cable sujeto por ambos extremos y una cesta que cuelga de él. El pasajero se sienta en la cesta y se impulsa en un ángulo en ligero declive hasta alcanzar la otra orilla. Tales puentes sencillos de cuerda son de uso común en todo el mundo.
Obviamente, a nadie se le ocurriría pasar en automóvil por un puente de cuerda. Con la invención de las cadenas de hierro y los cables de alambre de acero, fue posible construir puentes colgantes que pudieran soportar grandes pesos. Los puentes colgantes modernos pueden tener un tramo central de 1.200 metros o incluso más. Normalmente constan de dos pilares de acero sobre los que se levantan sendas torres. Los cables de acero, compuestos de miles de alambres, se sujetan a las torres, y de ellos cuelga el tablero, o plataforma, del puente. Los cables son los principales soportes del peso del tráfico y del propio tablero. Si está bien construido, el puente colgante es uno de los más seguros.
Tal vez antes no concediera importancia a los puentes. Pero la próxima vez que pase por uno que transite a menudo, pregúntese: “¿Qué sé de este puente? ¿Cuándo se construyó?”. Mírelo con detenimiento. ¿Es un puente voladizo, colgante, o de otro tipo? ¿Por qué se escogió esta estructura en particular?
Finalmente, cuando lo esté cruzando, mire hacia abajo y pregúntese: “¿Qué haría sin él?”.
[Ilustración y recuadro de la página 12]
ESTRUCTURAS DE PUENTES
1. PUENTES DE VIGAS. Suelen destinarse para carreteras. Las vigas descansan sobre pilares o estribos. Estas estructuras pueden alcanzar una longitud de 300 metros.
2. PUENTES DE VIGAS EN CELOSÍA. Se apoyan sobre armazones de barras dispuestas en forma triangular. Franquean cañones, ríos y otros obstáculos y, por lo general, se emplean para vías férreas.
3. PUENTES DE ARCO. En estos, cada tramo constituye un arco. Se trata de uno de los tipos de puente más antiguos. Los romanos construían sus acueductos y viaductos sobre arcos que cerraban con una piedra central, o clave. Muchos de estos puentes siguen en pie.
4. PUENTES DE TIRANTES. Se parecen a los colgantes, con la excepción de que los cables que sustentan el tablero están conectados directamente a las torres.
5. PUENTES MÓVILES. Pueden elevarse o girarse para permitir el paso de las embarcaciones. El puente de la Torre, de Londres, es un buen ejemplo.
6. PUENTES VOLADIZOS. Se tratan en el cuerpo del artículo.
7. PUENTES COLGANTES. Se tratan en el cuerpo del artículo (World Book Encyclopedia, 1994).
[Tabla de la página 13]
PUENTES FAMOSOS
COLGANTES
Storebaelt Dinamarca 1.624 m
Brooklyn E.U.A. 486 m
Golden Gate E.U.A. 1.280 m
Jiangyin Yangtze China 1.385 m
VOLADIZOS
Forth (dos tramos) Escocia 521 m c/u
Quebec Canadá 549 m
Río Misisipí E.U.A. 480 m
DE ARCO DE ACERO
Bahía de Sydney Australia 500 m
Birchenough Zimbabue 329 m
DE TIRANTES
Normandía Francia 856 m
Skarnsundet Noruega 530 m
[Ilustración de la página 10]
Puente de vigas moderno sobre un antiguo puente de arco en Almería (España)
[Ilustraciones de la página 13]
Puente de Brooklyn (Nueva York, E.U.A.) (colgante)
Puente de la Torre (Londres, Inglaterra) (móvil)
Puente de la bahía de Sydney (Australia) (de arco)
Seto Ohashi (Japón) (de tirantes)