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  • ¿Por qué están dejando las iglesias?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/3 págs. 167-168

¿Por qué están dejando las iglesias?

Durante los casi 450 años desde que Fernando de Magallanes plantó la primera cruz y asistió a la primera misa en la isla de Cebú, frecuentemente se ha aclamado a las Filipinas como “el único país cristiano del Lejano Oriente.” Y evidentemente no es sin buena razón, pues hoy el 83 por ciento de los filipinos son católicos, mientras que otro 10 por ciento también afirma ser de la fe cristiana.

Siendo un pueblo muy religioso, los filipinos afluyen a las iglesias por millones los domingos y los días festivos, dando la impresión de un cristianismo vigoroso y floreciente. Diferente de lo que sucede en Inglaterra, donde al asistir a la iglesia se le llama en la revista Time “un modo de vivir que desaparece,” las iglesias filipinas en la mayoría de las ocasiones están llenas hasta rebosar.

Pero a pesar de esta condición de aparente robustez de las iglesias filipinas, hay señales de que no todo va bien. Muchos están dejando las iglesias, buscando algo que satisfaga mejor sus necesidades. Por ejemplo, en 1969 una anciana de sesenta y ocho años de Tayabas, Quezón, que había pasado la mayor parte de su vida como líder lega católica dejó la iglesia por otra religión. Un señor de la ciudad de Caloocan, activo en la iglesia desde que como niño fue miembro de coros y que fue presidente de la Acción Católica en la Universidad de Araneta, también cambió de religión en 1969. Otra devota, que solía andar de rodillas desde la puerta de la iglesia hasta el altar dos veces a la semana y que por algún tiempo llevó una vida monástica en un convento, también dejó el catolicismo ese año.

¿Por qué habrán dejado la iglesia estas personas devotas? ¿Tiene la culpa de ello la iglesia de alguna manera? La posibilidad de que así sea lo indica Máximo Soliven en su columna diaria “A propósito” en el Manila Times del 27 de marzo de 1970 al decir: “El cristianismo en las Filipinas, ¡ay!, ha llegado a ser tan cómodo y conocido como una chancla.” Añadió: “Una vez que la iglesia cristiana ha engordado y ha quedado satisfecha, y ha llegado a ser parte y porción del Establecimiento, comienza a marchitarse y perder fuerza.” Contrastando esta actitud con la de Cristo, comentó: “Jesús descendió a la Tierra para efectuar una revolución en los corazones de los hombres; era un Cristo varonil y fuerte, no un ascético afeminado y de manos acicaladas. Él no pidió a sus seguidores que simplemente oraran, sino que OBRARAN.”

Un lamento parecido provino de un líder protestante, el secretario ejecutivo de la Confraternidad Nacional para el Evangelismo de las Filipinas, pues dijo en el mismo periódico dos días después: “Aunque afirmamos creer en la resurrección y en el resto del Credo de los Apóstoles, no vivimos en conformidad con lo que creemos. . . . La Iglesia Cristiana de nuestros tiempos ha fallado en su misión a los hombres y a la sociedad. Sin embargo yo expongo como opinión propia que el problema en cuanto al Modo de Vivir de Jesús no es que se haya probado y se le haya hallado falto; más bien es que no ha sido probado, no de manera cabal y total.”

El que no son exageración estos comentarios acerca de las iglesias de la cristiandad lo revela el hecho de que el católico filipino de término medio conoce poco acerca de la Biblia. Pocos tienen una en sus hogares. Un señor de Santa Cruz, Manila, dice: “Ya tengo sesenta años de edad. Mis padres y mis abuelos eran católicos, todos. Sin embargo, a esta edad dejé la religión católica porque aprendí poco, salvo cómo usar el devocionario y el rosario, que siempre se han usado de la misma manera sin cambio.”

Muchos clérigos y líderes se dan cuenta de que el lego católico padece de desatención espiritual. “Hasta donde podemos recordar,” dice el líder lego Jeremías Montimayor, “se suponía que los obispos y los sacerdotes hablaran y el lego escuchara. Se suponía que los obispos y sacerdotes decidieran y los legos obedecieran.” (Las bastardillas las puso él.) Para tratar de cambiar esto, se introdujo el cursillo en 1964, un curso de tres días de doctrina católica para los legos. Recientemente, después de una reunión de doscientos líderes del movimiento del cursillo en Manila, el sacerdote Ben A. Carreon, O.M.I. comentó: “Algunos de los líderes, incluso obispos y sacerdotes, tienen que reconocer la propensión de muchos cursillistas [graduados del cursillo] a contar las ganancias en términos del número de conversiones, en vez de un profundizar de la fe en un cristiano ya convencido.” ¿Le parece a usted que su iglesia está más interesada en conseguir miembros que en ‘profundizar la fe’?

En su mensaje de “Pascua florida” de 1970, el cardenal Rufino Santos, de la Arquidiócesis de Manila, dijo que “aunque la Madre Iglesia enfatiza la primacía del espíritu, se ha esforzado por fomentar el bienestar y desarrollo terrenales del hombre.” ¿Pudiera ser, sin embargo, que al esforzarse por ‘fomentar el bienestar terrenal del hombre,’ la iglesia haya renunciado a su responsabilidad ‘principal’ de edificar la fe y la espiritualidad? Un ex-líder de la Acción Católica, al reflexionar sobre toda su vida como católico, cree que eso ha sucedido. Dice: “Mi fe católica estaba totalmente desprovista de espiritualidad. Sobresalíamos en acrecentar el placer de todos en forma de comidas campestres, programas y fiestas. Mi iglesia anterior es más un club campestre que religioso.” Para usted, ¿es cierto esto también de su iglesia?

Otros católicos sinceros están preocupados porque su iglesia está envolviéndose demasiado en actividades mundanas. Uno escribió: “Personalmente yo no creo que los sacerdotes deben envolverse directamente en las cuestiones nacionales, muy especialmente en el presente activismo estudiantil.” ¿Cree usted que Cristo, que dijo: “Mi reino no es parte de este mundo,” se envolvería en esas cosas si estuviera hoy en la Tierra?—Juan 18:36.

No pocos filipinos expresan abiertamente su deseo de saber por qué, en un país que se considera 93 por ciento cristiano, el crimen y la violencia están aumentando, por qué las prisiones están tan llenas como las iglesias, por qué se da más énfasis a los valores materiales que a los espirituales. Muchos católicos se quejan de la hipocresía de la iglesia, y quién sabe cuántos miles ya no van a la iglesia debido a la desilusión. Sin embargo, siguen siendo católicos “de nombre,” evidentemente pensando que serían desleales a Dios, a la iglesia y a sus padres si se hicieran miembros de otra religión. ¿Es verdad esto? ¿Es incorrecto el que uno cambie de religión?

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