La obra que falta por hacer
1 Nuestra obra de predicar y enseñar recibió la mejor clase de comienzo hace más de mil novecientos años. Jesús, bajo la dirección de su Padre, “recorría toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino.” (Mat. 4:23) Él tenía el mismo amor por la gente que su Padre tenía, y, como sabemos, Dios “no desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento.” (2 Ped. 3:9) Más tarde Jesús predijo que en estos últimos días “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones,” y precisamente antes de ascender al cielo dio el mandato: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones.” (Mat. 24:14; 28:19) El solo pensar en el tiempo y la energía que han sido anuentemente dedicados a esa obra, así como en las multitudes que como resultado ahora están en el camino a la vida, nos anima y nos llena el corazón de aprecio.
2 ¿Cómo vemos la obra que todavía falta por hacer? ¿La vemos como una oportunidad de unirnos al secretario del Rey en marcar frentes dignas mientras todavía queda tiempo para salir de Babilonia la Grande? ¿Como una oportunidad para demostrarle a Dios lo que realmente hay en nuestro corazón? ¿Como una oportunidad de poner un buen ejemplo para nuestros hermanos en celo y en fidelidad en estos tiempos críticos? La historia del pueblo de Jehová en los años recientes responde, “Sí. ¡Eso es lo que queremos hacer!”
3 Hay muchas oportunidades de hacerlo. Así es que aguardamos con anhelo nuestro privilegio de ofrecer el libro Babilonia durante mayo. Ciertamente esta excelente publicación ayudará a muchos de corazón honrado que están buscando la verdad a aprender lo que Babilonia la Grande es y entonces a huir de ella a fin de no ser destruidos junto con ella. En el Ministerio del Reino de abril hallará algunas excelentes sugerencias para ofrecer el libro Babilonia. Por supuesto, quizás usted también tenga buenas ideas, y eso es excelente. Lo principal es ayudar a la gente a aprender acerca de Babilonia la Grande... a identificarla y entonces a huir de ella. Ciertamente el libro Babilonia los ayudará.
4 ¿Será éste el tiempo apropiado para revisar nuestra apariencia? Debemos tener presente que, al igual que Timoteo, tenemos el privilegio de ser un “excelente ministro de Cristo Jesús.” Y, ¿cómo llegó a alcanzar él esa condición? Por estar “nutrido con las palabras de la fe y de la excelente enseñanza que tú has seguido con sumo cuidado y atención” y no por medio de imitar las modas y manías extremistas y los peinados de las personas mundanas. (1 Tim. 4:6) El animar a otros a leer el libro Babilonia será más convincente si estamos vestidos de manera aseada, con buen gusto, y con atavío que se asocie con alguien que alega ser ministro de Dios. Las primeras impresiones son importantes, así es que ¿por qué poner un obstáculo delante de alguien que quizás esté buscando la verdad?
5 El ministerio del campo significa trabajo. Lo que debe ser nuestra actitud hacia el trabajo se indica en Eclesiastés 9:10, que dice: “Todo lo que tu mano halle hacer, hazlo con tu mismísimo poder.” Es cierto que “hay variedades de ministerios” que hay que atender en la congregación. (1 Cor. 12:5) Pero mientras cuidamos de todos los asuntos necesarios, prestemos más que la acostumbrada atención a la necesidad de participar plenamente en el ministerio del campo y especialmente en la obra de casa en casa. Podemos contar con que Cristo Jesús, quien inició esta obra de predicar el Reino y hacer discípulos hace mil novecientos años, está intensamente interesado en observar nuestra fiel participación en la obra salvavidas de marcar frentes dignas que todavía falta por hacer.
Uniéndonos al secretario del Rey en marcar frentes dignas.