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  • Hábitos que inciden en su historial
  • El entorno tiene mucho que ver
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¡Despertad! 1999
g99 22/7 págs. 5-11

Vivir más y mejor

IMAGÍNESE que la vida del hombre es una larga carrera de obstáculos, una prueba en la que los participantes tienen que salvar las vallas colocadas en la pista. Todos los corredores empiezan al mismo tiempo; pero al saltar y tropezar ocasionalmente con los obstáculos, aminoran el paso, y el número de los que se retiran es cada vez mayor.

De igual manera, la vida tiene un punto de partida y altas vallas que se interponen en el camino. El hombre se topa con una tras otra en el curso de su existencia, y cada salto que da lo debilita, hasta que, con el tiempo, se da por vencido. Cuanto más altos sean los obstáculos, más pronto abandonará la carrera, es decir, morirá. Para los habitantes del mundo industrializado, el momento de la retirada se sitúa alrededor de los 75 años. A este período se le llama la duración media de la vida, y es equiparable a la distancia real que la mayoría de los corredores cubrena (compárese con Salmo 90:10). No obstante, hay quienes corren más tiempo, y unos pocos incluso alcanzan lo que se considera la duración máxima de la vida —115 a 120 años—, una hazaña tan extraordinaria que constituye noticia de primera plana.

Identificación de las vallas

Hoy por hoy, la gente permanece en la carrera casi el doble de tiempo que a principios de siglo. ¿La razón? Básicamente, que el hombre ha logrado rebajar las vallas. Ahora bien, ¿cuáles son estas? ¿Es posible reducir aún más su altura?

Un especialista en salud pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS) explicó que algunas de las principales vallas, o factores, que inciden en la esperanza de vida del hombre son los hábitos, el entorno y la asistencia médica.b Por consiguiente, cuanto más sensatos sean sus hábitos, más sano el entorno que lo rodee y mejor la atención médica que reciba, tanto más bajas serán las vallas y mayor podrá ser la duración de su vida. Aun cuando las circunstancias individuales difieren mucho, prácticamente todo el mundo —desde un banquero de Sydney hasta un vendedor ambulante de São Paulo— puede hacer algo para reducir la altura de los obstáculos que hay que salvar a lo largo de la vida. ¿De qué manera?

Hábitos que inciden en su historial

“Las personas con mejores hábitos de salud no solo viven más tiempo, sino que retrasan la aparición de las discapacidades y reducen su duración a menos años en el último período de su vida”, informa The New England Journal of Medicine. De hecho, la altura de la primera valla se puede rebajar modificando hábitos como la alimentación, la ingestión de bebidas alcohólicas, el sueño, el cigarrillo y el ejercicio. Considere, por ejemplo, el hábito del ejercicio.

El ejercicio físico. La actividad física moderada tiene un efecto muy positivo (véase el recuadro “¿Cuánto ejercicio y de qué tipo?”). Varios estudios han puesto de relieve que los ejercicios sencillos realizados en el ámbito del hogar contribuyen a que los ancianos, incluidos los “ancianos más viejos”, experimenten una cierta recuperación de las fuerzas y la vitalidad. Por ejemplo, un grupo de personas de entre 72 y 98 años descubrieron que podían caminar más deprisa y subir escaleras más fácilmente después de haber hecho ejercicios con pesas durante solo diez semanas. Y no era para menos. Las pruebas realizadas al finalizar el programa de ejercicios revelaron un aumento en la fuerza muscular de más del doble. Otro grupo, compuesto mayormente de mujeres sedentarias de hasta 70 años de edad, se ejercitaba dos veces por semana. Al cabo de un año habían ganado masa muscular, fuerza, equilibrio y densidad ósea. “Al principio temíamos que ocurrieran roturas de ligamentos, tendones y músculos —observó la fisióloga Miriam Nelson, directora de las investigaciones—; pero lo que obtuvimos fueron personas más fuertes y saludables.”

Sintetizando los resultados de varios estudios científicos sobre la vejez y el ejercicio, un libro de texto declara: “El ejercicio retrasa el proceso de la vejez, alarga la vida y reduce el período de dependencia que tan a menudo antecede a la muerte”.

El ejercicio mental. Parece que el adagio que dice que “lo que no se usa se atrofia” no solo es aplicable a los músculos, sino también a la mente. Si bien la vejez va acompañada de cierta pérdida de memoria, las investigaciones efectuadas por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, de Estados Unidos, demuestran que el cerebro de los ancianos conserva la flexibilidad necesaria para hacer frente a los efectos de la vejez. Por lo tanto, concluye el doctor Antonio R. Damasio, profesor de Neurología, “las personas de edad pueden seguir disfrutando de una vida intelectual extremadamente rica y sana”. ¿Qué da cuenta de la flexibilidad continua del cerebro de los ancianos?

El cerebro contiene 100.000 millones de células nerviosas llamadas neuronas, que establecen entre sí billones de conexiones, las cuales, a modo de “hilos telefónicos”, permiten que las neuronas “hablen” entre sí para crear, entre otras cosas, la memoria. A medida que el cerebro envejece, las neuronas van muriendo (véase el recuadro “Nueva mirada a las células del cerebro”). No obstante, el cerebro de los ancianos posee la capacidad de compensar dicha pérdida. Cuando una neurona enmudece, las vecinas reaccionan formando conexiones con otras y asumen la función de la que ha muerto. En realidad, lo que el cerebro hace es transferir la ejecución de determinada tarea de una región a otra. Por tal razón, muchos ancianos consiguen realizar los mismos procesos mentales que los jóvenes, aunque quizás utilicen para ello otras zonas del cerebro. En cierto modo, el cerebro del anciano actúa de forma parecida a un tenista de edad que compensa su decreciente velocidad recurriendo a destrezas de las que tal vez carezcan los jugadores más jóvenes. Pese a utilizar técnicas distintas, sigue anotando puntos.

¿Qué pueden hacer las personas mayores para seguir marcando tantos? Tras estudiar a más de mil personas con edades comprendidas entre los 70 y 80 años, la doctora Marilyn Albert, investigadora gerontológica, descubrió que el ejercicio mental es uno de los factores que determinan qué ancianos conservarán sus capacidades intelectuales (véase el recuadro “Mantenga la mente ágil”). El ejercicio mental mantiene vivos los “hilos telefónicos” del cerebro. Por otro lado, afirman los entendidos, la decadencia mental comienza “cuando las personas se jubilan, deciden tomarse las cosas con calma y dicen que ya no tienen que mantenerse al paso del mundo” (Inside the Brain).

Por lo tanto, la buena noticia es, según explica el gerontólogo Jack Rowe, que los “factores que se hallan bajo nuestro control o que podemos modificar deberían ampliar nuestra capacidad para disfrutar de una vejez feliz”. Además, nunca es tarde para empezar a adquirir buenos hábitos. “Aun si uno ha tenido malos hábitos de salud la mayor parte de su vida y cambia en los años postreros —dice un investigador—, cosechará al menos parte de las recompensas de llevar un modo de vida sano.”

El entorno tiene mucho que ver

Si una niña que naciera hoy en Londres fuese transportada al Londres medieval, su esperanza de vida disminuiría a menos de la mitad de la actual. La diferencia no se debería a un cambio súbito de su estado físico, sino a un abrupto cambio de la altura de dos vallas más: el entorno y la asistencia médica. Examinemos la primera.

El entorno físico. En el pasado, el entorno físico del hombre —el hogar, por ejemplo— suponía un enorme riesgo para su salud. En las últimas décadas, sin embargo, los peligros que este entraña han disminuido. La utilización de mejores sistemas de saneamiento, el acceso al agua potable y la reducción del número de parásitos domésticos han elevado la calidad del medio físico del hombre, han fortalecido su salud y le han extendido la vida. Por este motivo, en muchas partes del mundo el ser humano puede correr ahora una mayor distanciac. No obstante, rebajar la altura de este obstáculo implica más que simplemente instalar tuberías en la casa: exige la presencia de un entorno religioso y social sano.

El entorno social. El entorno social lo constituyen las personas con quienes vivimos, trabajamos, comemos, adoramos y jugamos. Así como el entorno físico mejora con el acceso al agua potable, así también la calidad del entorno social se incrementa cuando contamos con valiosos compañeros, por citar solo un primer elemento. Poder compartir con otros las penas y las alegrías, los sueños y las frustraciones, rebaja la valla del entorno y nos permite correr un mayor trayecto.

También ocurre a la inversa. La falta de compañerismo puede producir soledad y muerte social. Los seres humanos tendemos a decaer si no recibimos el cariño de aquellos que nos rodean. Una mujer que vivía en una residencia de ancianos escribió lo siguiente a una conocida suya: “Tengo 82 años y llevo viviendo aquí dieciséis largos años. Aunque nos tratan bien, a veces es muy difícil sobrellevar la soledad”. Tristemente, muchos ancianos se encuentran en la misma situación, sobre todo en el mundo occidental: viven en un medio social que los tolera, pero que difícilmente los valora. Como consecuencia, “la soledad es una de las principales amenazas continuas para el bienestar de los ancianos del mundo industrializado”, afirma James Calleja, del Instituto Internacional sobre el Envejecimiento.

Aunque tal vez no sea posible eliminar las circunstancias que nos exponen a la soledad —como la jubilación forzosa, la reducción en la movilidad, la pérdida de viejos amigos o la viudez—, sí podemos tomar medidas para rebajar esta valla a un nivel razonable. Para empezar, tenga presente que el sentimiento de soledad no lo causa la vejez, pues también hay jóvenes que se sienten solos. El problema no radica en la edad avanzada, sino en el aislamiento social. ¿Cómo evitamos caer en ese estado?

“Trate de que la gente se sienta a gusto con usted —aconseja una viuda de edad—. A muy pocos les agrada estar en compañía de una persona malhumorada. Hay que esforzarse por ser alegre. Es cierto que eso consume energías, pero vale la pena el esfuerzo. La amabilidad engendra amabilidad.” Y añade: “Para asegurarme de tener temas de conversación en común con las personas a quienes encuentro, sean jóvenes o mayores, procuro mantenerme al día leyendo revistas informativas y siguiendo las noticias”.

He aquí otras sugerencias: Aprenda a interesarse en los gustos de los demás. Haga preguntas. Sea generoso en la medida de sus posibilidades. Si carece de recursos materiales, dé de sí mismo. El dar produce felicidad. Escriba cartas. Cultive un pasatiempo. Acepte las invitaciones para ir a visitar a otras personas o para salir con ellas. Haga que su casa sea un lugar agradable y acogedor para los visitantes. Ofrézcase a ayudar a quien lo necesite.

El entorno religioso. Cada vez hay más pruebas de que las actividades religiosas ayudan a los ancianos a hallarle “sentido a la vida” y a experimentar “felicidad”, un “sentido de utilidad”, “mayor satisfacción en la vida” y un “sentido de comunidad y de bienestar”. ¿Por qué? El libro Later Life—The Realities of Aging (La última etapa de la vida. Las realidades de la vejez) explica: “La fe religiosa suministra a la gente una filosofía de la vida y un conjunto de actitudes, valores y creencias que la ayudan a interpretar y entender el mundo a su alrededor”. Además, las actividades religiosas ponen a los ancianos en contacto con otras personas, “reduciendo las posibilidades de que caigan víctimas del aislamiento social y la soledad”.

Para Louise y Evelyn, viudas de 80 años que pertenecen a una congregación de testigos de Jehová, tales estudios se limitan a confirmar lo que saben desde hace decenios. “Me encanta hablar con los jóvenes y los mayores en el Salón del Reinod —dice Louise—. Las reuniones son educativas. Cuando nos quedamos charlando después del programa, nos reímos mucho. Pasamos un rato muy agradable.” También Evelyn se beneficia de sus actividades religiosas. “Ir a casa de mis vecinos a hablarles de la Biblia —dice— impide que me aísle; pero, sobre todo, me hace sentir feliz. Ayudar al prójimo a conocer el verdadero sentido de la vida es algo muy satisfactorio.”

Es obvio que Louise y Evelyn tienen un norte en la vida. El bienestar que sienten por ello rebaja la altura de la segunda valla —el entorno— y las ayuda a seguir en la carrera (compárese con Salmo 92:13, 14).

Acceso a asistencia médica barata y eficaz

Los progresos médicos logrados en el presente siglo han rebajado la tercera valla —la asistencia médica— de manera espectacular, mas no a escala mundial. En varios países pobres, “la esperanza de vida descendió entre 1975 y 1995”, informa The World Health Report 1998. El director general de la OMS puntualizó que “3 de cada 4 personas que viven en los países menos desarrollados mueren antes de cumplir los 50 años de edad, lo que equivale a la esperanza de vida mundial de hace medio siglo”.

Pese a esto, una proporción cada vez mayor de jóvenes y ancianos de los países pobres está rebajando esta valla al hacer uso de la atención médica asequible. Veamos, a título de ejemplo, la nueva forma de atacar la tuberculosis.

En la actualidad, la tuberculosis siega más vidas que el sida, el paludismo y las enfermedades tropicales juntos: 8.000 al día. De cada 100 enfermos, 95 viven en los países en desarrollo. Unos veinte millones padecen tuberculosis activa, y en los próximos diez años podrían morir por culpa de este mal alrededor de treinta millones, cifra que equivale a la suma de las poblaciones de Bolivia, Camboya y Malaui.

No extraña que en 1997 la OMS se complaciera en anunciar una nueva estrategia para curar la tuberculosis en seis meses sin necesidad de hospitalización ni de técnicas avanzadas. “Por primera vez —advirtió The TB Treatment Observer, una publicación de dicho organismo—, el mundo posee herramientas y estrategias de probada eficacia para hacer que decrezca la epidemia de tuberculosis no solo en los países prósperos, sino también en los más pobres.” El procedimiento —aclamado por algunos como “el mayor avance en la sanidad pública del decenio”— se conoce por sus siglas inglesas DOTS.e

Aunque este método resulta mucho más económico que los tratamientos convencionales, los resultados son halagüeños, en especial para los habitantes de los países en desarrollo. “Ninguna otra estrategia antituberculosa ha tenido sistemáticamente tasas de curación tan altas —asegura el doctor Arata Kochi, director del Programa Mundial contra la Tuberculosis, de la OMS—. La tasa de curación del DOTS es del 95%, incluso en las naciones más pobres.” A finales de 1997, 89 países habían adoptado esta estrategia; hoy la cifra asciende a 96. La OMS espera que llegue a muchos otros millones de personas pobres en los países menos desarrollados, lo que les permitirá rebajar la tercera valla en la carrera de la vida.

Al modificar sus hábitos, elevar la calidad de su entorno y mejorar la asistencia médica, el hombre ha logrado extender la duración y la esperanza media de la vida. La pregunta es: ¿Podrá algún día prolongar también la duración máxima de la vida, y quizás hasta vivir sin que haya una línea de meta?

[Notas]

a Aunque los términos “esperanza de vida” y “duración media de la vida” suelen intercambiarse, existe una diferencia entre ambos. El primero corresponde al número de años de vida que puede esperar el individuo, mientras que el segundo designa el promedio de años que los componentes de una población realmente viven. De ahí que la esperanza de vida se calcule a partir de la duración media de la vida.

b A estos factores variables se suma la herencia genética inmutable del hombre, que obviamente influye en su salud y su longevidad. De ella se hablará en el siguiente artículo.

c Si se desea más información sobre cómo mejorar el entorno del hogar con medidas sencillas, véanse los artículos “Cómo hacer frente al problema de la limpieza” y “Factores que determinan su salud: lo que puede hacer”, en ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1988 y 8 de abril de 1995.

d El lugar donde celebran sus reuniones semanales los testigos de Jehová se llama Salón del Reino. Estas reuniones están abiertas al público, y en ellas no se hacen colectas.

e DOTS son las siglas de directly observed treatment, short course (tratamiento de corta duración bajo observación directa). Si se desea más información, véase ¡Despertad! del 22 de mayo de 1999.

[Ilustración y recuadro de la página 6]

¿Cuánto ejercicio y de qué tipo?

“Media hora de actividad moderada todos los días es una buena meta”, afirma el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés). Pero no hay por qué hacerlo todo de una vez. Se dice que tres breves sesiones de diez minutos proporcionan los mismos beneficios que media hora corrida. ¿Qué tipo de ejercicio puede hacer? El folleto del NIA Don’t Take It Easy: Exercise! (No se lo tome con calma. ¡Haga ejercicio!) recomienda: “Breves períodos de actividad vigorosa, como subir escaleras en vez de utilizar el ascensor, o caminar en vez de conducir, pueden sumar en total media hora de ejercicios al día. Recoger con un rastrillo las hojas del patio, jugar con los niños, trabajar en el jardín y hasta realizar las faenas domésticas se puede hacer de tal forma que cuente para el total diario”. Por supuesto, conviene consultar con el médico antes de iniciar un programa de ejercicios.

[Ilustración]

La actividad física moderada puede ayudar a los ancianos a recobrar la fuerza y la vitalidad

[Ilustración y recuadro de la página 7]

Mantenga la mente ágil

Estudios científicos realizados con miles de ancianos revelaron varios factores que ayudan a mantener la mente ágil. Entre ellos figuran “la participación activa en la lectura, los viajes, los acontecimientos culturales, la educación, los clubes y los gremios profesionales”. “Ocúpese en tantas cosas diferentes como le sea posible.” “Siga trabajando. No se jubile.” “Apague el televisor.” “Estudie un curso.” Se cree que tales actividades no solo levantan el ánimo, sino que crean nuevas conexiones en el cerebro.

[Ilustración]

El ejercicio mental ayuda a mantener la mente ágil

[Ilustración y recuadro de la página 8]

Consejos de salud para los mayores

El Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, división del Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de Estados Unidos, dice que “las posibilidades de permanecer saludable y vivir más tiempo pueden incrementarse” siguiendo consejos tan sencillos como los siguientes:

● Tenga una dieta equilibrada, que incluya frutas y verduras.

● Si ingiere bebidas alcohólicas, hágalo con moderación.

● No fume. Nunca es tarde para dejar el vicio.

● Haga ejercicio regularmente. Consulte con el médico antes de empezar un programa de ejercicios.

● Mantenga el contacto con familiares y amigos.

● Siga activo mediante el trabajo, el juego y la comunidad.

● Vea la vida de manera positiva.

● Haga cosas que le produzcan felicidad.

● Sométase periódicamente a revisiones médicas.

[Recuadro de la página 9]

Nueva mirada a las células del cerebro

“En el pasado creíamos que cada día se perdían células en todas partes del cerebro —dice la doctora Marilyn Albert, profesora de Psiquiatría y Neurología—. Pero no es así. Si bien es cierto que el envejecimiento sano conlleva cierta pérdida neuronal, esta no es tan pronunciada y solo ocurre en áreas muy determinadas.” Además, recientes hallazgos indican que incluso la opinión tradicional de que el cerebro humano no puede generar nuevas neuronas es, al menos, “demasiado categórica”, sostiene la revista Scientific American de noviembre de 1998. Los neurocientíficos afirman tener pruebas de que hasta en los ancianos “se forman nuevas neuronas por centenares”.

[Recuadro de la página 11]

¿Más viejos y más sabios?

“¿No hay sabiduría entre los de edad y entendimiento en la longitud de días?”, pregunta la Biblia (Job 12:12). ¿Cuál es la respuesta? Un grupo de investigadores realizaron estudios en personas mayores para medir cualidades como “la perspicacia, el buen juicio, la perspectiva y la capacidad para sopesar valores opuestos e idear soluciones adecuadas a los problemas”. Según U.S.News & World Report, el estudio mostró que “los mayores eclipsan de manera sistemática a los jóvenes en todo lo referente a la sabiduría, pues sus consejos son más reflexivos e ingeniosos”. Se demostró asimismo que “aunque les lleva más tiempo tomar decisiones, estas con frecuencia son mejores que las de los jóvenes”. De modo que, como indica el libro bíblico de Job, los años otorgan sabiduría.

[Ilustración de la página 5]

La vida humana es como una carrera de obstáculos

[Ilustración de la página 9]

“Trate de que la gente se sienta a gusto con usted”, aconseja una viuda

[Ilustraciones de la página 10]

“Ayudar al prójimo a conocer el verdadero sentido de la vida es algo muy satisfactorio.”—Evelyn.

“Me encanta hablar con los jóvenes y los mayores en el Salón del Reino.”—Louise.

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