Buen éxito en los estudios bíblicos
1 Recientemente oímos dos experiencias interesantes que nos relataron dos matrimonios que han disfrutado de un éxito sobresaliente al conducir estudios bíblicos de casa. Con la ayuda del espíritu de Dios, cada matrimonio ha ayudado de 250 a 300 personas a llegar a ser alabadores dedicados de Jehová. Nos pareció que a ustedes les interesaría saber algunas de las cosas que ellos hacen.
2 En cada caso, el esposo y la esposa trabajan juntos como un equipo para encargarse de los estudios. Están dispuestos a comenzar un estudio con cualquiera, pero su meta es lograr que toda la familia participe, y hallan que esto es más fácil cuando hacen las revisitas juntos. Verdaderamente se esfuerzan por lograrlo. Así, en vez de estudiar con solamente una persona a la vez, a menudo estudian con matrimonios o con grupos de familia.
3 En cuanto a los estudios mismos, éstos nunca son sesiones rutinarias, en las que el conductor sencillamente hace las preguntas y se encarga de que se lean los párrafos. Los publicadores son entusiastas en cuanto a la verdad. Ayudan a la gente a ver el valor de lo que están considerando.
SEAN AMIGOS GENUINOS
4 A ellos les parece que es importante ser amigos genuinos de la gente. Hallan que el que la gente comparta una comida juntos contribuye a establecer un sentimiento de confianza. Así es que, cuando establecen un estudio, invitan al matrimonio a una comida, y se mantienen en comunicación con ellos por teléfono durante la semana, respondiendo a preguntas y relatándoles artículos de interés.
5 Estos publicadores saben que es importante cumplir con sus citas, y esperan lo mismo de las personas a quienes visitan. Si algunos no lo hacen, los publicadores no lo pasan sencillamente por alto. Se esfuerzan por hablar seriamente con ellos en cuanto a este asunto. Les dejan saber que su obra es importante, que no es sencillamente una cosa casual. Si la gente no responde, abandonan el estudio. A veces, por supuesto, la gente está en casa para el estudio pero no muestra mucho interés. Los publicadores se esfuerzan por llegar al corazón de ellos. Pero dentro de un mes o dos, si no están respondiendo, los publicadores usan su tiempo en otra parte.
6 Para hacer que la gente vaya a las reuniones de congregación, comienzan a hablar de éstas inmediatamente. En especial se esfuerzan por estimular el interés mencionando preguntas a las que se dará respuesta en una reunión en particular. Preguntan si esto le interesa al matrimonio; si es así, los instan a venir. La transportación no ofrece dificultad alguna en su zona, así es que la mayoría de ellos vienen por su propia cuenta.
7 Semana tras semana traen consigo artículos con el propósito de familiarizar a los recién interesados con la organización. A veces traen recortes de periódicos acerca de los Testigos, tal vez un informe de una asamblea de años atrás, o un álbum de recortes con fotografías relacionadas con la organización y la gente en ella. Estos publicadores son entusiastas en cuanto a la organización; los recién interesados responden y, siempre que es posible, una visita temprana a Betel estimula aún más su creciente entusiasmo.
8 Para evitar tropiezos innecesarios, desde el principio le dicen a la gente que los testigos de Jehová son meramente personas normales con imperfecciones, que no deben esperar hallar a personas perfectas en la congregación, pero que hallarán a personas que aman a Jehová y desean servirle, personas que oran pidiendo perdón cuando hacen errores y que tratan de mejorar.
9 Durante los últimos treinta años, han encontrado la mayoría de sus estudios nuevos en la obra de casa en casa así como en revisitas, también han podido comunicarse con algunos en su empleo seglar y por referencias.
10 Para resumir el asunto, dicen que lo que se necesita es estar dispuesto a dar de sí mismo todo el tiempo, no solamente una hora a la semana. No es solo un asunto de “aquí tiene unos cuantos textos bíblicos y eso es todo.” Más bien, como escribió el apóstol Pablo a los tesalonicenses: “Tuvimos mucho gusto en impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias alma, porque ustedes llegaron a sernos amados.”—1 Tes. 2:8.