Presentando las buenas nuevas... a parientes y conocidos
1 Es solo natural que una persona, al aceptar la verdad, esté deseosa de compartirla con otros, especialmente con parientes y conocidos. Después que se invitó a Andrés a ser seguidor de Jesús, él halló a su hermano Simón, “temprano la mañana siguiente”, y declaró: “Hemos hallado al Mesías”. De igual manera, Felipe, sin demora, encontró a su amigo Natanael y lo instó a ‘venir y ver’. (Juan 1:41, 45, 46; véase Hechos 10:24.)
2 ¿Qué hay en cuanto a usted? ¿Está buscando oportunidades para hablar acerca de la verdad con sus parientes y conocidos? Quizás haya vacilado en hacerlo por temor de que rechacen el mensaje y cambien su actitud para con usted. No se retraiga. El amor al prójimo exige que hablemos la verdad con gozo y sin temor (Luc. 10:27). Puesto que sus parientes ya le conocen, puede que estén más dispuestos a escucharle a usted que a un extraño que venga a visitarlos.
¿POR QUÉ? ¿CÓMO?
3 Recuerde que los humanos que no sirven a Jehová están “alejados” de Dios y, por lo tanto, se les considera “enemigos”. La vida de ellos está en peligro (Col. 1:21). Jehová desea profundamente que todos oigan la verdad y “alcancen el arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). Tenemos la seria responsabilidad de decir a todos lo que nos reserva el futuro (Eze. 33:7-9). ¿Puede usted pensar en algunas maneras de ayudar a su familia y a sus conocidos a aprender la verdad? Los esfuerzos constantes y prudentes a menudo producen gratos resultados.
4 El Anuario para 1985 relata la experiencia de una señora del Japón que llegó a conocer la verdad porque una precursora especial pacientemente seguía visitándola. Esta señora había sido muy activa en su religión anterior y todavía tenía muchos parientes en esa religión. Ella se puso a darles testimonio y, en espacio de cinco años, más de 50 de ellos se hicieron Testigos.
5 Si sus esfuerzos iniciales no producen muchos o ningunos resultados, no se desanime. En muchos casos no se logran resultados favorables sino hasta meses o aun años después de mucho esfuerzo. Jesús dijo que sus ovejas escucharían su voz. Pero no debemos esperar que lo hagan a la primera llamada (Juan 10:16). Quizás por años hayan sido azotados por este viejo mundo, y tal vez se requiera una gran porción del confortante aceite de las verdades bíblicas antes de que respondan.
6 Filipenses 2:15 indica que, para ‘resplandecer como iluminadores’, tenemos que ser “intachables e inocentes, hijos de Dios sin mácula”. Así que, nuestros parientes y conocidos deberían poder ver que la verdad ha efectuado un gran cambio en nuestra vida. El apóstol Pedro recalcó este mismo punto. (1 Ped. 2:12.)
7 Sin embargo, se requiere más que sencillamente dar un buen ejemplo para que nuestros parientes sean movidos a servir a Jehová. Tiene que dárseles testimonio (Rom. 10:14; Hech. 8:31). El enviar cartas bien expresadas y escritas nítidamente puede ser un medio eficaz de compartir las buenas nuevas con los miembros de su familia que vivan lejos. Estas cartas no deben tener un tono crítico o de censura; más bien, deben ser positivas, edificantes y amigables. Deben difundir el gozo y la esperanza que hay en su corazón desde que usted aprendió la verdad.
SEA POSITIVO
8 Algunas hermanas han temido que sus esposos se opongan tenazmente, y por eso se han abstenido de hablarles tocante a la actividad de ellas en la congregación. Por supuesto, esto es un asunto personal. Pero jamás debemos pasar por alto el valor de la oración fervorosa a Jehová, a medida que esperamos que se nos presente una oportunidad para testificar a parientes y conocidos (Fili. 4:6; 1 Tim. 2:1). Adopte una actitud positiva. Ciertamente Jehová bendecirá los esfuerzos sinceros que usted haga para presentar las buenas nuevas a sus parientes y conocidos.