El nuevo Metro de la Ciudad de México
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en México
EL 4 de septiembre de 1969, el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, inauguró la Línea 1, una sección de unos trece kilómetros del nuevo Metro de la Ciudad de México. Cuando se termine el entero sistema de transporte subterráneo alrededor de noviembre de 1970 constará de tres líneas y abarcará más de cuarenta y dos kilómetros.
La Línea 1 dará servicio a 350.000 personas diariamente, y cuando se termine el entero ferrocarril metropolitano atenderá a 3.600.000 pasajeros al día. Esto suministrará algún alivio a los residentes que ahora quedan atrapados en gigantescas congestiones de tráfico. La Ciudad de México tiene una población de más de siete millones.
Este proyecto comenzó a realizarse en junio de 1967. Señaló la zona metropolitana trigésimo cuarta del mundo que construye un sistema de transporte de esta clase. Londres fue la primera; su sistema de ferrocarril subterráneo se inauguró hace 106 años. Pero probablemente ninguna ciudad ha tenido que vencer obstáculos más grandes que los que se encontraron en este caso.
La dificultad consiste en que la Ciudad de México descansa sobre lo que antes era un lago, y los edificios a menudo se hunden lentamente en el suelo esponjoso. ¡Una estructura que fue terminada en 1934 se ha hundido casi tres metros! Pero aun edificios que están en la misma manzana se asientan a diferentes velocidades. En consecuencia, se necesitaba técnica especial de ingeniería para construir un sistema de transporte subterráneo en medio de esas condiciones.
Hubo que remover exactamente el peso correcto de tierra y agua sin minar los edificios a los lados del derecho a la vía del ferrocarril subterráneo. Entonces se construyó un túnel de concreto en forma de cajón; el tren subterráneo estaría embutido dentro de él. De hecho, algunos mexicanos han llamado al Metro “el Cajón.” En realidad este túnel en forma de cajón flota como un barco sobre el subsuelo, un 80 por ciento del cual es agua. La construcción especial que se necesitó para este proyecto aumentó el costo. Se calcula que costará, cuando se termine, 4.000 millones de pesos, lo cual es más de 300 millones de dólares.
Por dentro las estaciones son hermosas, hechas de pisos de mármol y con diseños aztecas en las columnas. Especialmente digna de atención es la estación de Pino Suárez, construida en torno de la pirámide azteca del “Dios del Viento,” que fue desenterrada durante las excavaciones.
Cada tren subterráneo de color anaranjado, construido en Francia, se compone de seis vagones, y puede transportar más de mil pasajeros. Corren a intervalos de aproximadamente tres minutos, avanzando sin hacer ruido a una velocidad razonable. Apenas hay vibración notable. Los trenes corren sobre llantas de hule, pero cada llanta tiene una rueda de acero que se puede usar si la llanta pierde su presión. Se usan computadoras para dirigir los trenes, y un reóstato los hace detenerse. De modo que el deber principal del conductor es simplemente vigilar.
En agosto de 1969 se informó que durante las excavaciones ya se habían hallado más de 1.500 piezas arqueológicas valiosas, la más sobresaliente de las cuales era la pirámide del “Dios del Viento.” Sin embargo, los arqueólogos están particularmente interesados en los hallazgos que se han hecho durante las excavaciones del Zócalo.
El Zócalo ha sido el centro principal de la ciudad por siglos, y todavía lo es. Ahora están ubicados aquí el Palacio Nacional, los edificios del Departamento del Distrito Federal, de la Suprema Corte y muchos otros edificios antiguos e interesantes. Los arqueólogos esperan hallar aquí la Piedra Pintada, un calendario azteca que se dice que es tan grande como el que se llama Piedra del Sol, que ahora está en el Museo Nacional, y hasta más hermoso.
El nuevo Metro de veras es una provisión excelente. No solo es una estructura hermosa y singular, sino que su servicio de transporte es económico. Uno puede comprar cinco o diez boletos a razón de ocho centavos (moneda de EE. UU.) cada uno, o un boleto individual por un peso veinte centavos, 9,6 centavos norteamericanos. Dijo un viajero mundial que ha viajado en ferrocarriles subterráneos en muchas ciudades: “El viajar en este Metro es un sueño.”