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  • g84 22/6 págs. 25-27
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  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 22/6 págs. 25-27

“¿Quiere subir?”

LOS alemanes lo llaman Fahrstuhl. Para los británicos es un lift; y para los estadounidenses, un elevator. Los hispanohablantes lo conocemos como ascensor. Pero cualquiera que sea el nombre que usted use, es el aparato que, en un edificio alto, generalmente le produce cierto temor.

Pero ¿dónde estaríamos si no hubiera ascensores? ¿Ha pensado usted alguna vez en lo diferente que sería el mundo si no los tuviéramos? Sin ascensores, los rascacielos no serían estructuras prácticas. ¿Y qué hay de todos los millones de personas alrededor del mundo que viven en edificios de muchos pisos? ¿Cómo se las arreglarían?

Esto nos recuerda un adagio hispano que dice: “Nadie sabe lo que vale el agua hasta que falta”. Lo mismo es cierto de los ascensores. En realidad, no se les echa de menos ni se les aprecia sino hasta que se averían y dejan de funcionar. Esto pronto hiere en lo vivo al ama de casa que vive en el décimo piso y descubre que ha olvidado un artículo importante de su lista de compras. Mientras sube por la escalera, ¡ella se da cuenta repentinamente de la presencia, en las piernas, de músculos de los cuales se había olvidado desde hace mucho!

Pero ¿se ha preguntado usted alguna vez dónde y cuándo se inventó y utilizó el primer ascensor? ¿Dónde diría usted que sucedió?

“¡Todo está bien, caballeros, todo está bien!”

Particularmente en el siglo XIX se desarrolló una gran demanda de un mecanismo para subir y bajar mercancías y gente. A medida que se fueron construyendo edificios más altos, la gente se sintió menos inclinada a subir escaleras empinadas. Los grandes almacenes comenzaron a prosperar, y surgió la necesidad de un aparato que trasladara a los clientes de un piso a otro y empleara un mínimo de esfuerzo. ¿Quién fue el primer inventor que hizo la demostración de un satisfactorio sistema elevador de pasajeros? Resultó ser un estadounidense de Vermont, llamado Elisha Graves Otis.

Por extraño que parezca, ¡el talento de Elisha Otis como diseñador se descubrió mientras él trabajaba como maestro mecánico en una fábrica de armazones de camas de Albany, Nueva York, E.U.A.! Él inventó varios dispositivos que ahorraban trabajo, y por eso fue enviado a Yonkers, Nueva York, donde podría utilizarse mejor su aptitud. Allí diseñó y construyó el primer ascensor que incluía un mecanismo automático de seguridad, en caso de que hubiera alguna avería en el cable. Para 1853 había establecido su propio negocio de fabricar ascensores. El año siguiente Otis hizo la demostración de este invento en una exposición que se llevó a cabo en Nueva York.

El folleto Tell Me About Elevators describe la escena: “Después que quedó terminada la instalación completa del seguro ascensor en la zona principal de la Sala de Exposiciones, Otis mandó subir la plataforma elevadora, con cajas, barriles, otra carga [...] y él mismo [...] sobre ella, a una altura en que estuviera a la vista de todos. Luego ordenó cortar la soga [suspensoria]. A medida que se aflojó la tensión del resorte del mecanismo de seguridad de la cabina, éste se enderezó para hacer engranar las barras de trinquete, lo cual inmovilizó firmemente la plataforma elevadora. Después de los gritos de asombro del auditorio hubo un fuerte aplauso, y Otis, de pie en la plataforma y con el sombrero de copa en la mano, se inclinó con orgullo y dijo: ‘¡Todo está bien, caballeros, todo está bien!’”. Y así nació el ascensor moderno.

Los ascensores ascienden en el mundo

Los negocios pronto se dieron cuenta del potencial del artefacto recién inventado, y en 1857 se instaló el primer ascensor de pasajeros en un gran almacén ubicado en la avenida Broadway, esquina calle Broome, en la ciudad de Nueva York. Movido a vapor, este ascensor subía cinco pisos en menos de un minuto. En aquel entonces, eso era rápido. En contraste con eso, hoy los ascensores del edificio más alto del mundo, el Sears Tower, en Chicago, ¡suben rápidamente 412 metros (1.353 pies) en menos de un minuto!

Mientras tanto, ¿qué sucedió en relación con la construcción de ascensores en Europa? Quizás por dar menos énfasis a construir edificios altos, los europeos tuvieron un comienzo lento. Parece que el primer ascensor moderno no se construyó allí sino hasta 1867. Pero después de eso recuperaron el tiempo perdido. ¿Cómo? Al construir el primer ascensor para una estructura de tipo rascacielos. ¿Cuál fue ésa? La torre Eiffel, que se terminó en 1889... el monumento más famoso de París, Francia.

¿Cómo fue diseñado ese sistema elevador? Sigfried Giedion nos lo dice en su libro Space, Time and Architecture: “Cuatro ascensores grandes de dos pisos recorrían desde la planta baja hasta la primera plataforma, a una altura que equivalía a la de la catedral de Notre Dame [68 metros, o 223 pies]; dos más iban desde la terraza hasta la segunda plataforma, a una altura que equivalía a la de la cúpula de la basílica de San Pedro, en Roma [133 metros, o 435 pies]; el resto de la subida se hacía en dos etapas mediante un par de ascensores hidráulicos que funcionaban con regularidad al subir y bajar el corto trayecto. La subida total hasta una altura de mil pies [305 metros] tomaba solo siete minutos”. Los ascensores estaban comenzando a ascender en el mundo con mayor rapidez.

Una larga caída, pero ni una gota se derrama

Mientras transcurrían los años, el diseño de los ascensores se iba perfeccionando más, y para 1913 se empleaban amortiguadores de aire. Éstos eran un mecanismo de seguridad por medio del cual el ascensor, si caía, llegaría a descansar sobre una cámara de aire comprimido que amortiguaría la caída.

El inventor del sistema de amortiguadores de aire, F. T. Ellithorpe, estaba tan convencido de que funcionaría su nuevo sistema que cargó la cabina de un ascensor con 3.175 kilogramos (7.000 lb) de lastre y un vaso de agua. Hizo bajar todo eso fuera de control desde el piso 45, una caída de 183 metros (600 pies). Cuando el ascensor se detuvo, ¡no se había derramado ni una gota de líquido!

Los ascensores ayudan a costear los gastos

En 1931 el edificio Empire State se convirtió en el rascacielos más alto del mundo. También llegó a ser temporalmente el edificio cuyo mantenimiento era el más costoso y que rendía en cambio pocos beneficios, ya que, debido a la Depresión, solo 30 por 100 del espacio disponible para oficinas estaba ocupado. ¿Qué contribuyó a que pudiera seguirse utilizando el edificio? Los ascensores que trasladaban a oleadas de turistas hasta el mirador. Cinco mil turistas pagaron un dólar (E.U.A.) cada uno el primer día para observar la vista panorámica desde la parte alta del edificio. Y un dólar en aquel entonces era una buena cantidad de dinero. Durante el primer mes, más de 100.000 personas habían subido hasta el mirador, en el piso 86.

En las últimas décadas los ascensores han sido perfeccionados y han llegado a subir y a bajar con mayor rapidez. Por ejemplo, en el edificio de la RCA, de la ciudad de Nueva York, los ascensores suben zumbando el rascacielos de 70 pisos a una velocidad de 427 metros (1.400 pies) por minuto. En el John Hancock Center, de Chicago, los ascensores hasta superan esa velocidad... ¡549 metros (1.800 pies) por minuto, o 32 kilómetros (20 millas) por hora!

La importancia de que los ascensores rindan servicio rápido se hace patente cuando uno se da cuenta de que todos los días más de 250.000 personas visitan el complejo de rascacielos conocido como Rockefeller Center, de la ciudad de Nueva York, para comprar, para trabajar o como turistas. No es de extrañar, pues, que en las torres gemelas, de 110 pisos cada una, del World Trade Center, de la ciudad de Nueva York, haya un total de 250 ascensores. ¡Imagínese que usted tuviera que subir hasta la azotea de esos edificios!

De modo que la próxima vez que oiga una voz decir “¿Quiere subir?”, recuerde las famosas palabras de Elisha Otis: “¡Todo está bien, caballeros, todo está bien!”. Y manifieste agradecimiento porque puede utilizar el ascensor.

[Ilustración en la página 25]

Demostración que Elisha Otis hizo del primer ascensor seguro del mundo

[Ilustración en la página 26]

¿Habría rascacielos sin ascensores?

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