Cómo sobrellevar la enfermedad celíaca
De nuestro corresponsal en Finlandia
—¿Con qué harina hiciste el pastel?
—Con maicena.
—¿Y con qué recubriste el molde?
—Con migas de pan.
—Lo siento mucho. No puedo comerlo.
ESTE peculiar diálogo no le extrañará al lector que padezca la enfermedad celíaca, trastorno del aparato digestivo causado por la intolerancia del organismo a una sustancia habitual en muchos alimentos. Se trata de la fracción gliadina del gluten, proteína contenida en el trigo, la cebada, el centeno y la avena. Aunque el gluten es inofensivo para la mayoría de la gente, en el caso de los celíacos llega a destruir el revestimiento del intestino delgado, lo que reduce su capacidad de absorber los nutrientes.
Entre los síntomas de este mal figuran dolores estomacales, flatulencia, diarrea y pérdida de peso. Dado que estos signos son comunes a muchas afecciones, no siempre es fácil diagnosticar la enfermedad celíaca. “Por años me dijeron que tenía el ‘síndrome de colon irritable’”, señala una paciente llamada Judy.
Aunque la enfermedad celíaca suele manifestarse en la infancia, hay pacientes que no muestran los síntomas sino hasta la mediana edad. Los médicos indican que, al menos en algunos de estos casos, la afección ha existido siempre, pero de forma latente. Sea como fuere, puede resultar muy peligrosa si no se trata. Por lo general, los niños afectados suelen ser bajos y muy flacos, de abdomen distendido y músculos poco desarrollados. Dado que este trastorno dificulta la absorción de vitaminas, quizás acarree diversos males, como anemia, raquitismo y escorbuto. En los casos más graves tal vez se produzca deformación ósea u osteoporosis. Excepcionalmente puede ser mortal, sobre todo para los adultos que la han padecido de forma prolongada y grave. Pero la mayoría de los enfermos pueden sobrellevarla, e incluso mejorar, si reciben el tratamiento adecuado.
Medidas que pueden adoptarse
La mejor terapia para este padecimiento es un plan exento de gluten, es decir, una dieta que evite los alimentos elaborados con trigo, centeno, cebada y avena. Seguir un régimen así puede resultar difícil. Un celíaco explica: “Cuando me dijeron por primera vez que ya no debía comer trigo, cebada, centeno ni avena, pensé: ‘Pues es bastante llevadero. Con no comer pan ni dulces...’. Pero cuando vi la gran variedad de artículos que incluyen estos cereales, y en particular el trigo, me quedé atónito”.
Si usted es celíaco, ha de leer detenidamente las etiquetas de los alimentos. Debe abstenerse de los cereales ya mencionados, pero sí puede comer alforfón, maíz, arroz, soja, mijo, papas y sus derivados. También son aceptables algunos preparados de harina exenta de gluten. Aunque le desanime ver que las estanterías de los supermercados abundan en “comestibles prohibidos”, no se dé por vencido. Concéntrese en lo que le está permitido, y no en lo que tiene vedado. Acabará haciéndosele menos difícil ir de compras.
Quizás piense que una dieta sin gluten constituye una traba para la vida social. Pero no limite su relación con el prójimo por ser celíaco. Por el contrario, explíqueles a sus amigos en qué consiste su afección y cómo pueden contribuir al seguimiento de su régimen. Cuando sepan sus necesidades, es probable que se adapten gustosos. Y si alguien hace comentarios desconsiderados, no se amargue. Si usted reacciona de forma amigable, animará a la persona a ser más comprensiva.
En los casos más leves de la enfermedad, a veces es posible reintroducir el gluten en la dieta. Aunque no sea así en su caso, mantenga el optimismo. “Céntrese en los aspectos positivos”, aconseja una afectada. ¿Aspectos positivos? Ella añade: “No es una afección contagiosa; además, el tratamiento es simple y claro: un régimen estricto. Cuanto más tiempo lo siga, mejor se sentirá. Seguramente se encontrará bastante bien a pesar de ser celíaco”.
[Recuadro de la página 19]
Cómo apoyar al paciente
Si conoce a algún celíaco, no crea que rechaza cierto alimento solo por molestar. No haga comentarios insensibles del tipo de: “¿Cómo va a estar enfermo con ese aspecto tan saludable?”. Sobre todo, no intente convencerlo de comer algún alimento con gluten, quizás diciéndole: “Un poquito no le hará mucho daño”. Puede hacérselo, y mucho. Recuerde que su intestino delgado acepta el gluten como veneno, y reacciona a este como tal.
No es difícil adaptarse a las necesidades dietéticas del enfermo. Con unos cuantos ajustes en la lista de la compra podrá adquirir suficientes alimentos aceptables. Quizás hasta logre que el entero menú le resulte adecuado. En realidad, todos los invitados pueden disfrutar de comidas sin gluten, e incluso es probable que ni siquiera noten la diferencia. Además, el celíaco no se sentirá el centro de atención, algo que sin duda le agradecerá.
[Ilustración de la página 18]
Los celíacos no deben comer trigo, cebada, centeno ni avena