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  • Un mundo sin cerraduras
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
w58 1/9 págs. 515-516

Un mundo sin cerraduras

¿ES POSIBLE tener un mundo sin cerraduras? ¿Es posible que la gente viva segura sin tener que guardar sus posesiones bajo llave? ¿Es posible que una persona viva toda su vida sin jamás tener que llevar consigo una cantidad de llaves o siquiera una sola llave?

Juzgando por la apariencia de este mundo presente la respuesta parecería ser un No definitivo. Nuestras posesiones no están seguras en esta civilización moderna. Aun cuando estén cuidadosamente encerradas todavía se las puede robar un ladrón diestro. Esto se señaló en la revista Changing Times de Kiplinger de diciembre de 1956. Decía: “El ladrón profesional puede entrar en casi cualquier casa. Usted debe tener como objetivo el desanimar al ladrón fortuito o novicio, al cual una casa que se protege descuidadamente le sirve de plena invitación. Si el lugar de usted está bien protegido, los novicios no podrán entrar, y hasta el ladrón profesional quizás escoja un robo más fácil calle abajo. O si llegara a tratar de robar la casa de usted, puede que las dificultades lo retardaran suficiente tiempo como para inclinar las balanzas a favor de la policía. Cierre con llave de noche y cuando no esté en casa.”

El ladrón fortuito o novicio podría ser una persona que fuera pasando o hasta algún vecino que viviera en la misma calle. Parece que muchas personas del término medio no vacilan en recoger cosas que no les pertenecen si creen que no las prenderán. Empleados en los cuales se tiene confianza regularmente se llevan de locales industriales herramientas y equipo, y los de empresas de construcción se llevan equipo y materiales de construcción y muchos turistas se marchan con artículos de plata de los restaurantes y toallas de hoteles. Sin embargo, estas personas no dirían que ellas son ladronas.

Hay personas que sin permiso toman cosas prestadas con toda intención de devolverlas, pero parece que las cosas que toman prestadas nunca vuelven a llegar a sus dueños. No obstante, ellas no se creen ladronas. Tales personas irresponsables e ímprobas hacen tan necesario tener cerraduras como lo hace un ladrón. Es evidente que este mundo tiene una civilización que es tecnológicamente superior pero moralmente inferior.

Si fuera posible tener una civilización de alta calidad moral cuya gente respetara la propiedad de los demás, ¿harían falta entonces las cerraduras? En semejante civilización, ¿tendría alguien motivo para temer por la seguridad de sus posesiones? ¿Tendría alguna vez que asegurar cada ventana y puerta antes de dejar su casa sola? ¿Tendría que llevar consigo un ruidoso montón de llaves?

Una civilización de esa clase sería posible si todos los habitantes de la tierra respetaran y obedecieran los principios de la Palabra de Dios. Si lo hicieran, no habría ni latrocinio ni la costumbre de tomar prestado con irresponsabilidad. Las cosas por conseguir las cuales uno trabajara serían suyas para poseerlas y disfrutar de ellas. Nunca volvería uno a casa para hallar que habían desaparecido. Nunca necesitaría cerraduras en sus ventanas, en sus puertas ni en cosa alguna que tuviese. Podría confiar en todo el que fuera pasando y en sus vecinos.

Se ha acercado el tiempo en que los habitantes de la tierra vivirán según esos principios. Dios se ha propuesto esto y él nunca deja de llevar a cabo sus propósitos. El profeta Isaías dijo en una ocasión que cuando los “juicios [de Dios] están en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia.”—Isa. 26:9, Mod.

Todos los habitantes del nuevo mundo que Dios se ha propuesto establecer conocerán los principios justos que se hallan en las Escrituras, y vivirán conforme a esos principios. Eso incluirá el ejercer amor el uno para con el otro; y cuando uno hace eso, ¿cómo puede robar? El amor y la improbidad son incompatibles.

Pero alguien preguntará cómo podría realizarse un mundo de esa clase mientras haya tantas personas que nunca cambiarían de ser codiciosas, egoístas y rapaces. ¿Cómo puede un mundo sin cerraduras llegar a ser realidad mientras exista tan siquiera una persona de esa clase? La respuesta es sencilla. No seguirá existiendo ni una de ellas. “Sólo un poco más de tiempo y ya no existirá el inicuo, y ciertamente darás atención a su lugar y él no estará.” “Jehová está guardando a todos los que lo aman, pero a todos los inicuos los aniquilará.”—Sal. 37:10; 145:20.

El nuevo mundo de Dios no tendrá lugar alguno para las personas que se niegan a vivir según las altas normas morales de él. Serán barridas de la existencia en la venidera batalla del Armagedón, cuando Jehová Dios ejecutará su juicio adverso sobre este presente sistema de cosas inicuo. Ellas ‘ya no existirán.’ Los sobrevivientes de esa batalla serán las personas que habrán transformado su mente y su vida, como el apóstol Pablo aconseja hacerlo: “Y dejen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos la buena y la aceptable y la completa voluntad de Dios.”—Rom. 12:2.

El Rey nombrado divinamente, Cristo Jesús, gobernará ese nuevo mundo en justicia y los habitantes de la tierra vivirán en justicia. No existirán en ese entonces las condiciones que existen hoy en día que engendran la improbidad. No habrá oportunidad para que personas desaforadas aparezcan otra vez entre el género humano para hacerles insegura la vida a los mansos. La gente ya no tendrá que poner bajo llave lo que estime.

Lo que el hombre trabaje para conseguir en ese tiempo será suyo para poseerlo y disfrutar de ello. Ni siquiera tendrá que morir y dejar sus posesiones a algún otro. “Y edificarán casas, y habitarán en ellas; y plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán, para que otro habite; no plantarán, para que otro coma: porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán por mucho tiempo del trabajo de sus manos. No trabajarán en vano.”—Isa. 65:21-23, AN.

El nuevo mundo de Dios es la solución, nos da la respuesta a nuestras preguntas. Será un mundo sin cerraduras. Sus habitantes vivirán seguros sin tener que llevar consigo llaves o estar preocupados de la seguridad de cosa alguna que posean. No tendrán que encerrar con llave de noche, ni preocuparse de que sus casas dejadas sin cerrarlas con llave consten plena invitación al robo. Ese nuevo mundo será de la más alta calidad moral.

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