Se halló una revista en la calle
Cierto día, en México, una señora recogió un ejemplar de La Atalaya que halló tirado en la calle. Se puso a leerlo, y lo que leyó despertó tanto su interés que se sintió impulsada a ir a un templo evangélico para preguntar si allí era el lugar donde se distribuía La Atalaya. Le dijeron que no, pero mencionaron que pensaban que se distribuía en determinada calle. Por dos días esta señora interesada buscó de arriba a abajo por esta calle, preguntando a todos los que encontraba.
Una vez que halló el lugar de reuniones de los testigos de Jehová, esperó el domingo desde las 11:00 a.m. hasta que fue la hora de la reunión. Cuando comenzó la reunión ella estaba en el auditorio, disfrutando mucho del método de estudio bíblico que se empleaba. Se hicieron arreglos para que recibiera instrucción personal por medio de un estudio bíblico. Pronto lo que aprendía empezó a hacer que efectuara cambios. Después de enterarse de que Jehová Dios es invisible y que el hacer imágenes de él realmente es imposible, quitó las imágenes de su casa. Con regularidad vino a las reuniones preparada para participar comentando en el estudio de La Atalaya. Legalizó su matrimonio y despertó el interés de su esposo en los propósitos de Dios. Habló a sus parientes en cuanto a la verdad de Dios, y algunos de ellos vinieron a las reuniones. Todo esto porque una persona amadora de la verdad de Dios recogió La Atalaya que estaba tirada en la calle.