¡Peligro! ¡Agentes letales en la casa!
ELLA tenía solo once años de edad y su hermano mayor le dijo cómo podía efectuar un ‘viaje psicodélico a la irrealidad.’ De modo que, tomando el globo que le dio, lo llenó con la sustancia de una lata de aerosol. Entonces comenzó a inhalar los vapores intoxicantes que el globo exudaba con fuerza mientras se desinflaba. En unos instantes la niñita comenzó a boquear por aire y pronto se sofocó y murió.
Unos diez días después un muchacho universitario trató de sentirse “en las nubes” inhalando el rocío directamente de la misma clase de lata de aerosol, y él, también, murió. Otros niños han rociado esta sustancia en su garganta tratando de experimentar los efectos extraños que produce. Murieron muy dolorosamente cuando les congeló la laringe.
¿Qué es esta sustancia mortífera? Se llama fluorocarbono-12 y se utiliza como propulsor de los aerosoles, como agente enfriador de copas cocteleras y como refrigerante. No solo esta sustancia, sino muchas otras sustancias químicas, plantean graves peligros a las personas que pudieran usar incorrectamente los productos que las contienen. Por ejemplo, hay una sustancia química en polvo que se utiliza para aliviar las incomodidades de los pacientes de asma. Si este polvo no se usa de la manera prescrita, puede ser sumamente perjudicial. Esto se demuestra por lo que le sucedió a un adolescente cuando engulló dos cucharaditas de esta sustancia con el deseo de efectuar un ‘viaje psicodélico.’ Se envenenó gravemente.
Tomando en cuenta incidentes trágicos de esta clase, la Academia Americana de Pediatría advirtió a los doctores “que esta sustancia y sustancias semejantes pueden ser usadas en experimentos psicodélicos.” No son solo los doctores, sino también los padres quienes deben estar conscientes de esta advertencia. Es necesario que protejan a sus hijos de estas sustancias mortíferas. Esto no solo significa amonestarlos, sino también observar lo que hacen.
Los adultos deben leer cuidadosamente las etiquetas de los productos que compran, notando especialmente las advertencias que se dan en ellas. El no hacerlo puede resultar en una tragedia semejante a la que aconteció en la guardería de un hospital pequeño. Súbitamente, nueve infantes se enfermaron seriamente y desarrollaron hígados ensanchados. Dos de ellos murieron. La investigación atribuyó la causa de la muerte a la lavandería del hospital, donde se estaba añadiendo al agua de lavar una sustancia química que impedía el moho. Este agente tóxico penetró por la piel de los nenes desde los pañales y la ropa de cama que fueron lavados con esta agua. Nadie había prestado ninguna atención a la etiqueta de este producto, que advertía que no se usara para lavar pañales ni ropa de cama.
Otra sustancia potencialmente letal es la aspirina. Cada año, en más del 25 por ciento de los envenenamientos accidentales de niños está envuelta esta sustancia química. Con razón la academia de pediatría se preocupa por los informes de que quizás aparezca pronto en el mercado una aspirina de 0,60 gramos, de doble fuerza. Según la academia, esto “representa doble peligro de envenenamiento que el conocido comprimido de 300 miligramos.”
En la actualidad se está mostrando mucho interés en la elaboración de paquetes seguros, difíciles de abrir, para las sustancias que son potencialmente letales. Pruebas preliminares con un recipiente que necesita doce libras de presión y un movimiento de torsión para abrirlo redujo la incidencia de envenenamiento accidental. Un profesor asociado de pediatría de la Universidad de Utah descubrió que los paquetes de comprimidos en tiras son más difíciles de abrir para los niños y hacen que los niños se tarden más en abrirlos y obtener el contenido peligroso. Esto da a los padres una mayor probabilidad de descubrir qué están haciendo sus hijos antes de que sea tarde.
Sin embargo, hasta la actualidad no hay disponible ningún dispositivo completamente satisfactorio para las cápsulas y los comprimidos. En cuanto a los líquidos potencialmente peligrosos, la necesidad de recipientes seguros es aun mayor. Tomando en cuenta todo esto, los padres tienen que estar siempre alerta en cuanto a dónde están los hijos dentro del hogar y con qué están jugando. También deben encargarse de que las sustancias, drogas y agentes domésticos potencialmente peligrosos se tengan muy fuera del alcance de los deditos que tan deseosos están de explorar y probar.