El futuro de la religión en vista de su pasado
Parte 22: desde 1900 en adelante — La religión falsa cosecha el fruto de su pasado
“La clave del futuro de una nación está en su pasado.” (Arthur Bryant, historiador inglés del siglo XX)
BABILONIA LA GRANDE es la expresión que utiliza la Biblia para denominar al imperio mundial de la religión falsa, asemejándola así a la antigua nación de Babilonia. (Revelación 18:2.) Lo que le sucedió a este imperio de la antigüedad no vaticina ningún bien para su homónimo moderno. En una sola noche, en el año 539 a. E.C., Babilonia fue derrotada por los medos y los persas bajo el mando de Ciro el Grande. Las tropas desviaron las aguas del río Éufrates que pasaban a través de la ciudad, y así pudieron avanzar por el lecho del río sin ser descubiertos.
Jehová Dios y su Hijo Jesucristo, un rey mayor que Ciro, conseguirán una victoria similar sobre la infiel Babilonia la Grande. La Biblia la describe como una gran ramera que se sienta sobre muchas aguas, lo cual indica el apoyo que recibe de “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas”. Pero antes de su destrucción, este apoyo, al igual que “el gran río Éufrates”, tiene que ‘secarse, para que se prepare el camino para los reyes procedentes del nacimiento del sol’. (Revelación 16:12; 17:1, 15.)
Si existiera alguna evidencia de que este proceso de secarse estuviese teniendo lugar en la actualidad, sería de un valor incalculable para identificar a la religión falsa. ¿Existe tal evidencia?
Se nubla una perspectiva brillante
En los albores del siglo XX, una de cada tres personas profesaba ser cristiana. La cristiandad tenía ante sí una perspectiva brillante. En 1900, John R. Mott, evangelizador y premio Nobel, reflejó su optimismo publicando un libro titulado The Evangelization of the World in This Generation (La evangelización del mundo en esta generación).
Pero la World Christian Encyclopedia admite que “el siglo XX ha demostrado diferir mucho de estas expectativas”. Explica que “en 1900 nadie esperaba que el cristianismo experimentase las bajas masivas que tiempo después tuvieron lugar en Europa occidental debido al secularismo, en Rusia y más tarde en Europa oriental debido al comunismo y en las Américas debido al materialismo”. También dice que estas y otras “seudorreligiones” se multiplicaron en poco tiempo a partir “de una representación mínima en 1900, un mero 0,2% de la población mundial, [...] hasta llegar a un 20,8% en 1980”.
Estas “bajas masivas” han dejado las iglesias de Europa occidental prácticamente vacías. Desde 1970, la Iglesia luterana ha perdido más del 12% de sus adeptos en la República Federal de Alemania. Más de una tercera parte de las iglesias de los Países Bajos han sido cerradas, y algunas las han convertido en almacenes, restaurantes, apartamentos y hasta discotecas. En Gran Bretaña, de las iglesias anglicanas que existían hace treinta años, casi una de cada ocho ya no se utiliza. No es de extrañar que un clérigo que habló el año pasado en una conferencia de teólogos y clérigos protestantes europeos, se quejase de que “el anterior ‘Occidente cristiano’ ya no puede llamarse cristiano. [...] Europa se ha convertido en un campo misional”.
No obstante, el problema no se limita a la cristiandad ni a Europa. Por ejemplo, se calcula que, alrededor del mundo, el budismo está perdiendo 900.000 miembros al año por causa del agnosticismo.
Hay falta de personal
“Para despertar a un pueblo, despierta primero a sus sacerdotes”, aconseja un proverbio japonés. Pero ¿a qué sacerdotes? En los diez años anteriores a 1983, la cantidad mundial de sacerdotes católicos disminuyó en un 7%. Y en los quince años anteriores, la cantidad de monjas disminuyó en un 33%. Las perspectivas de que estos sean reemplazados son muy pocas, pues en menos de veinte años, la cantidad de matriculados en los seminarios católicos de Estados Unidos descendió vertiginosamente de 48.992 a 11.262.
Las órdenes católicas también están sufriendo. Hubo un tiempo en que la Compañía de Jesús, fundada en París en 1534 por Ignacio de Loyola, prácticamente controlaba el campo educacional en varios países. Sus integrantes, conocidos como jesuitas, ocupaban la vanguardia misional. Pero desde 1965, la cantidad de miembros de esta orden ha disminuido en más de una cuarta parte.
Si bien es malo que la cantidad de personal esté menguando, es peor el hecho de que ya no se pueda confiar en muchos de ellos. Cada vez hay más sacerdotes y monjas que se oponen a la postura oficial de la Iglesia respecto al celibato, el control de la natalidad y el papel de la mujer en la religión. Esto quedó demostrado en enero de 1989, cuando 163 teólogos católicos europeos hicieron pública una declaración —para el 1 de mayo quinientas personas más la habían firmado—, en la que se acusaba al Vaticano de autoritarismo y abuso del poder.
Millones de miembros de la cristiandad han muerto espiritualmente por falta de alimento. Un clérigo estadounidense lo admitió al expresar la siguiente queja: “La Iglesia [ha llegado a ser] un supermercado que despacha alimento espiritual de poco valor nutritivo a los transeúntes. El sermón del pastor no es más que ‘la oferta de la semana’ que se brinda a los parroquianos en la que se les descuenta todo sentido de obligación”.
Desde 1965, la cantidad de miembros de cinco de las principales confesiones religiosas protestantes de Estados Unidos ha disminuido en un 20%, y la de matriculados a la escuela dominical ha quedado reducida a menos de la mitad. La revista Time comenta que “las confesiones religiosas tradicionales no solo no logran transmitir su mensaje, [sino que] cada vez están menos seguras de cuál es ese mensaje”. No es de extrañar que, en vista de semejante hambre espiritual, muchas revistas eclesiásticas hayan dejado de publicarse. Ya para mediados de los años setenta, una de ellas se lamentó con estas palabras: “La era de la típica revista eclesiástica [...] ha pasado”.
Un rebaño indiferente y que no responde
En el siglo XVIII, el estadista inglés Edmund Burke se dio cuenta de que “no hay cosa peor para la religión que la indiferencia”. Si viviese hoy, encontraría muchos indiferentes entre los adeptos de las religiones.
Por ejemplo, en una encuesta de hace unos años, el 44% de los luteranos de Estados Unidos dijeron que, aunque el pastor se lo pidiera, ellos no hablarían de su fe a familias que no perteneciesen a la Iglesia. Una encuesta más reciente indicó que más de tres cuartas partes de los católicos estadounidenses, piensan que el hecho de no estar de acuerdo con el Papa, incluso en cuestiones de tipo moral, no les descalifica de ser buenos católicos.
En Japón, el 79% de la población dice que es importante ser religioso. Pero, en vista de que, según la publicación Religions of Modern Man, solo una tercera parte de la población practica alguna religión, es obvio que muchos son demasiado indiferentes.
Los adultos a quienes les es indiferente la religión no suelen tener hijos practicantes y entusiastas. Una encuesta llevada a cabo por el director del Instituto de Psicología de la Universidad de Bonn (Alemania) con jóvenes de entre once y dieciséis años, reveló que, más que nunca antes, los jóvenes están buscando personalidades que les sirvan de ejemplo. Pero, cuando se les preguntó quiénes eran sus modelos, los jóvenes no mencionaron a los líderes religiosos ni tan siquiera una vez.
La influencia política declina
La religión organizada ya no ejerce la influencia política que ejercía en su día. Por ejemplo, el Vaticano no ha podido, ni en países mayormente católicos, impedir que se aprueben leyes sobre el aborto, el divorcio y la libertad religiosa, que no son de su agrado. De manera similar, las circunstancias obligaron al Vaticano a aceptar un concordato de 1984, que ¡despojaba al catolicismo de su condición de religión oficial de Italia!
Lo que la religión falsa consiguió en un principio mediante sutil presión política, ahora trata de conseguirlo mediante movimientos de protesta públicos conducidos por sus clérigos prominentes, tales como el arzobispo anglicano Desmond Tutu, de África del Sur.
Unidos, permaneceremos en pie; divididos, caeremos
Una conferencia de sociedades misionales protestantes celebrada en 1910 en Edimburgo (Escocia), dio origen al moderno movimiento ecuménico. En tiempos recientes, este movimiento ha cobrado fuerza y ha intentado promover la cooperación religiosa y la comprensión mutua, a fin de conseguir una voz unánime para “la religión cristiana”.
El movimiento ecuménico adopta muchas formas. La formación del Consejo Ecuménico de las Iglesias en Amsterdam, en el año 1948, constituyó un paso significativo. En un principio, estaba compuesto de casi 150 Iglesias protestantes, anglicanas y ortodoxas, pero ahora cuenta con el doble de esa cantidad.
La Iglesia católica romana, aunque no es miembro del Consejo Ecuménico de las Iglesias, parece ir avanzando poco a poco en esa dirección. En 1984, en las oficinas centrales del consejo ubicadas en Suiza, el papa Juan Pablo dirigió con el secretario general saliente del concilio un servicio de oración ecuménico. Y en mayo de 1989, algunos de los setecientos clérigos europeos que conferenciaron en Basilea (Suiza) en lo que un periódico denominó el “mayor acontecimiento ecuménico desde la Reforma, eran católicos”.
Desde mediados de los años treinta, esta disposición a ceder se ha hecho más pronunciada, debido a una creciente aceptación de la idea de que todas las religiones “cristianas” tienen una unidad inherente concedida por Dios. Como “prueba” de tal unidad, el Consejo Ecuménico de las Iglesias da énfasis a que todos sus miembros acepten la doctrina de la Trinidad, considerando a “Jesucristo como Dios y Salvador”.
La cristiandad también ha buscado el diálogo con religiones que no son cristianas. Según The Encyclopedia of Religion, lo hace con el fin de encontrar un equilibrio factible “entre una actitud de imperialismo teológico, es decir, que si una fe es la verdad, ninguna otra tiene derecho a existir, y un sincretismo, es decir, que las diferencias entre las fes no son fundamentales y que estas podrían combinarse a fin de crear una nueva fe para el futuro”.
En realidad, la religión falsa es como una cuerda compuesta de muchos cabos, de la que todos tiran en diferentes direcciones. Esto es un funesto presagio, pues las siguientes palabras de Jesús siguen vigentes: “Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en desolación, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie”. (Mateo 12:25.)
¡Acepte la verdadera, rechace la falsa!
Algunas personas quizás prefieran pasar por alto la evidencia, pero el optimismo infundado es peligroso. “Las iglesias han vivido durante más de una generación con la esperanza de que las cosas mejorarían más o menos espontáneamente”, indicó The Times de Londres en octubre de 1988, y añadió: “Pese a que por mucho tiempo la religión ha estado perdiendo adeptos en Gran Bretaña, las iglesias no se han esforzado de manera significativa por explicar o invertir este proceso, y tampoco se ha pensado en soluciones”. Luego, concluyó con el siguiente razonamiento lógico: “Cualquier organización comercial que viese que sus ventas disminuyen constantemente, o bien se prepararía para la quiebra, o tomaría medidas para mejorar su producto y su comercialización”.
Nada indica que la religión falsa vaya a tomar “medidas para mejorar su producto y su comercialización”. Las personas temerosas de Dios solo pueden sentirse optimistas si se vuelven a la única religión verdadera, cuyas corrientes de agua espiritual no corren peligro de secarse. Respecto a la religión falsa, “se ha acercado el tiempo de que se le ajusten las cuentas”. Lea sobre ello cuando aparezca este artículo en nuestro próximo número.
[Fotografía en la página 21]
Apenas se hace caso de la religión en el mundo ajetreado de hoy
[Recuadro en la página 20]
Las aguas de los testigos de Jehová no se secan
“A medida que las religiones tradicionales van menguando lentamente, y sus iglesias y templos se quedan cada vez más vacíos, los testigos de Jehová están aumentando en número, adquiriendo edificios que anteriormente eran iglesias y otros locales, para reunir en ellos a sus nuevos adeptos.” (Le Petit Journal, periódico canadiense.)
“Hay más de cuarenta y cinco mil en Italia [...]. Hoy la secta tiene revistas informativas, que son buenas e incluso interesantes (contienen muchas noticias y artículos de todas partes del mundo), imprime libros pequeños que están al día y, además, a la altura de los doctos bíblicos católicos más expertos, distribuye Biblias directamente traducidas del hebreo [...]. Con estos métodos, los Testigos han tenido un gran éxito.” (Famiglia Mese, revista católica italiana [escrita en 1975; para abril de 1989, la cantidad de testigos de Jehová en Italia había aumentado a 169.646].)
“[Los testigos de Jehová] están bautizando a centenares de personas mientras nosotros bautizamos a dos o tres.” (The Evangelist, órgano oficial de los Distribuidores de Tratados Evangélicos.) (Cuando se hizo esta declaración, en 1962, los testigos de Jehová bautizaron a 69.649 personas; en 1988, la cantidad de Testigos recién bautizados fue de 239.268.)
“En 1962 concluí un estudio sobre los testigos de Jehová con esta observación: ‘Dudo que a la Sociedad del Nuevo Mundo se le acabe la energía de repente’. [...] Hoy [1979] la cantidad de Testigos asciende a mucho más del doble de la que había en aquel tiempo. Todo parece indicar que la Sociedad Watchtower probablemente volverá a doblar la cantidad de miembros durante la siguiente década.” (William J. Whalen en U.S. Catholic. [Los 989.192 Testigos de 1962 habían aumentado a 3.592.654 para 1988].)
La cantidad de testigos de Jehová que había en 1970 en la República Federal de Alemania (y Berlín Occidental) ha aumentado en un 38%. En los pasados treinta años, la cantidad de congregaciones de testigos de Jehová en los Países Bajos ha aumentado de 161 a 317 y en Gran Bretaña de 825 a 1.257, lo que ha requerido que se construyan muchos nuevos Salones del Reino en ambos países. (Compárese con el párrafo 3 del subtítulo “Se nubla una perspectiva brillante”.)