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g89 22/11 págs. 26-27

El “jeepney”, transporte popular de Filipinas

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Filipinas

EL JEEPNEY, con sus chillones colores, ondeantes serpentinas y muchos otros adornos llamativos, es una figura familiar en las calles de Manila (Filipinas). Es también una solución singular de Filipinas a un problema que muchos países están tratando de resolver: el transporte público. No obstante, para alguien que nunca haya estado en Filipinas, hasta la palabra jeepney resulta extraña. Las autoridades dicen que se trata de una combinación de las palabras jeep y jitney (autobús pequeño). Permítanos presentarle a este pintoresco vehículo.

En su libro Urban Mass Transportation, George M. Smerk pone de relieve el siguiente problema que afecta a la mayoría de los sistemas de transporte público: “Muchas veces se ha acusado al transporte público de ser inflexible, queriendo decir, por lo general, que las líneas de transporte no admiten alteraciones que permitan satisfacer las necesidades de la población, las cuales cambian constantemente con el transcurso del tiempo”. No obstante, eso no aplica al jeepney, ya que este medio de transporte ha demostrado ser flexible, económico y fácil de manejar. Subamos a uno y veamos la razón.

Una vuelta en jeepney

Nos encontramos en una de las principales avenidas de Manila soportando el calor tropical, y quizás usted se sienta abrumado por lo que parece un río de jeepneys fluyendo ruidosamente en ambas direcciones. Son parecidos al típico jeep militar, solo que más alargados, con el fin de acomodar a un mayor número de pasajeros. Están pintados de mil colores y llevan dibujos y letreros escritos por todos lados. En las faldillas del guardabarros que cuelgan de la parte trasera y de los lados pueden leerse frases como “Master Mariner” o “Jeepney King”.

La mayoría de los jeepneys también están adornados con otros accesorios originales: molinetes, caballos cromados, serpentinas y largas antenas flexibles —aunque no lleven radio—, todo ello para atraer a la gente. Es posible que vea un jeepney con doce, catorce o hasta más espejos sobre el capó —aparentemente sin ningún propósito práctico—, y quizás se pregunte si, con todo ese laberinto de adornos, el conductor puede ver adónde va. Pero parece que se las arregla.

¿Y cómo sabe uno cuál es el jeepney que le llevará a su destino? En la parte delantera y en los lados todos llevan letreros que indican su ruta. Pero, ¿qué hay que hacer para que uno de esos jeepneys que van a toda velocidad se detenga? Eso no es difícil. Si usted manifiesta el mínimo interés en subir a un jeepney, la mayoría de los conductores se detendrán gustosamente para recogerle. Puede hacerle una señal con la mano, o hasta puede que él atraiga su atención tocándo el claxon, pero este no es una simple bocina, sino que emite una pegadiza musiquilla.

Ahora subamos al jeepney. Al entrar por la parte de atrás se da cuenta de que hay un banco acolchado a cada lado. Los pasajeros se sientan muy apretados y, debido a que el pasillo es muy estrecho, las rodillas de los pasajeros de ambos lados casi se tocan. Ya que el techo es muy bajo, usted se agacha para entrar, se las arregla para llegar hasta un asiento libre y se sienta. A medida que suben personas con paquetes, el estrecho pasillo termina por llenarse de cajas, pollos, niños o sacos de verduras. Gracias a un espejo largo que hay por encima del parabrisas, el conductor puede ver los vehículos que hay detrás y también quién sube y quién baja, así como quién ha pagado su billete y quién no.

¿Cuánto cuesta el billete? Como ya dijimos, es barato. En Manila, usted puede hacer un trayecto de hasta 4 kilómetros por solo 7 centavos (4 centavos estadounidenses). La tarifa aumenta gradualmente para trayectos más largos. A fin de animar a los pasajeros a que paguen su billete, muchos conductores llevan un letrero que dice “God Knows Judas Not Pay” (Dios sabe que Judas no paga).a Encima o cerca del espejo puede que el conductor también lleve su altar personal, la foto de una chica atractiva o ambas cosas.

Ahora puede acomodarse y disfrutar del viaje sin dejar de fijarse por dónde va, para poder avisar al conductor cuando quiera apearse. Es posible que le sorprenda ver lo rápido que circulan esos vehículos a medida que el conductor zigzaguea a través del denso tráfico, sin que parezca importarle que por poco colisiona contra otro jeepney.

¿De dónde salió el jeepney?

Saul Lockhart lo contesta en la publicación The Complete Guide to the Philippines: “El jeepney debe su origen al excedente de jeeps que sobraron de la segunda guerra mundial, y que después se usaron para el transporte de pasajeros”. Los primeros eran bastante pequeños. Pero con el tiempo, los jeepneys han llegado a ser más largos y con mayor capacidad (actualmente pueden dar cabida hasta a diecisiete pasajeros).

Mauricio De Guia comenzó a conducir jeepneys en 1948. Pero en 1979 cambió su horario para trabajar solo media jornada. De esta forma, pudo mantener a los siete miembros de su familia y también dedicar las tardes y los domingos a su actividad de predicar como ministro de tiempo completo. Muchos otros conductores cuelgan en sus jeepneys fotografías de estrellas de cine o de la música rock, pero Mauricio dice: “Pegué textos bíblicos en el techo para que los pasajeros puedan leerlos mientras viajan”.

¿Cuál era la reacción de los pasajeros? Él dice: “Algunos me preguntaban qué religión tenía. Eso me permitía predicarles y ellos se beneficiaban. A muchos pasajeros les gustaba lo que leían y decían: ‘Su jeepney es muy bonito. Iría bien que todos los jeepneys fueran como este. En lugar de llevar pegada cualquier tontería, tendrían que llevar los dichos de Dios para dar algo en lo que meditar’”.

¿Se da cuenta de lo que convierte al jeepney en un medio de transporte público eficaz y práctico? Sin embargo, hay quienes no están de acuerdo y lo culpan de provocar congestiones de tráfico y contaminación innecesarias, especialmente en Manila. A algunos incluso les gustaría que fuesen reemplazados por otros medios de transporte público. Por ejemplo, el periódico Bulletin Today de Manila publicó un artículo titulado: “Proyecto para reemplazar el jeep”. No obstante, no es probable que eso suceda en el futuro cercano. Millones de personas confían en el jeepney, no solo como su medio de transporte diario, sino también como su medio de ganarse la vida.

[Nota a pie de página]

a Esto es un juego de palabras entre el inglés y el tagalo —el idioma local—. En tagalo, la pronunciación del nombre “Judas” es muy parecida a la de las palabras inglesas “who does”, las cuales harían que el letrero dijese “Dios sabe quién es el que no paga”.

[Reconocimiento en la página 26]

Cortesía de Sarao Motors, Inc.

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