Buscando y hallando a Dios
Según lo relató Pedro Photinos
CUANDO salí de mi casa por primera vez hace cincuenta y seis años, buscaba algo satisfactorio en la vida. Aunque no lo apreciaba plenamente en ese tiempo, buscaba a Dios, recordándome esto ahora las palabras de la Biblia de que los hombres deben ‘buscar a Dios . . . y verdaderamente hallarlo.’—Hech. 17:27.
Pero cuando salí de casa, era joven, inexperto y aventurero. Soy oriundo de una islita al oeste de la tierra firme griega que pertenece al grupo jónico, quizás conocida de algunos con motivo de los terremotos que han ocurrido allí en años recientes. La isla se llama Itaca. A los habitantes de esta islita se les conoce como navegantes, que van al mar no solo para ganarse la vida, sino también por aventura.
Ese era mi derrotero en la vida a la edad de dieciséis años, pero no resultó ser ni práctico ni provechoso. No suministró esperanza alguna para el futuro. Esperaba algo más allá de solo unos cuantos años de navegar en barcos. Pasé seis años de mi vida en el mar, trabajando duro por el pan cotidiano. Pero ése era el único fruto que me producía. Mis esfuerzos por hallar algún ancla en la cual cifrar mi futuro eran infructuosos. De modo que decidí poner los pies en tierra y hacerme un “marinero de agua dulce” en vez de un marinero de hecho y derecho. A la edad de veintidós años, elegí los Estados Unidos como país en el cual residir.
EN BUSCA DE ALIMENTO ESPIRITUAL
Pero a veces me sentía desalentado y desanimado, como un paria. Simplemente me sentía apartado. La iglesia de la cual era miembro no tenía nada que ofrecer para aliviar mi condición angustiada. Comencé a preguntarme qué había en la vida para mí. No recibía ningún alimento espiritual de esta iglesia, y comencé a comparar la Iglesia Ortodoxa Griega con una tierra arenosa, seca—exánime y muerta.
Por ejemplo, la doctrina de la trinidad era una piedra de tropiezo. Nunca había visto a un hombre de tres cabezas y simplemente no podía hacerme creer que el Dios que yo había de adorar como mi Creador era un Dios con tres cabezas, lo cual era la impresión que yo tenía de la doctrina. El que se me enseñara la trinidad casi me hizo perder la fe en un Ser Supremo.
Por eso, no puedo dar ningún crédito a la Iglesia Ortodoxa Griega por ayudarme a apreciar a Dios y su adoración verdadera. Ciertamente doy gracias al Dios que ahora conozco como Jehová, el único Dios verdadero, que pude aprender de la enseñanza de mi madre la fe de que hay un Creador que es un Dios maravilloso, bondadoso, amoroso y justo y quien bendice a todos los que cifran la fe en él. Estos fueron pensamientos que tenía en la mente al buscar a este Dios, anhelando saber acerca de él y sus propósitos. Pero no sabía adónde dirigirme.
MENSAJE DE LA RESURRECCIÓN INDICA DIRECCIÓN ADONDE BUSCAR
Luego una noche mientras estaba sentado en lo que se llama un “café,” en la ciudad de Nueva York, entró un señor y comenzó a hablar con la gente sobre un discurso que había oído en Filadelfia, Pensilvania. Dijo que el tema de ese discurso trató de la resurrección de los muertos, y le oí citar 1 Tesalonicenses 4:13-18 de la Biblia:
“Además, hermanos, no queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza. Porque si nuestra fe es que Jesús murió y volvió a levantarse, así, también, a los que se han dormido en la muerte por Jesús, Dios los traerá con él. Porque esto es lo que les decimos por palabra de Jehová, que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. . . . Por consiguiente, sigan consolándose los unos a los otros con estas palabras.”
Aunque había oído estas palabras antes en sermones de funerales, esta vez fueron como ungüento mitigante para mí, como una curación para mis heridas mentales. Recuerdo que pregunté si tenía algo escrito para así poder leer en cuanto a esto, pero no tenía nada.
Una semana después, en este mismo café, se me invitó a que fuera a ver lo que se llamaba el “Foto-Drama de la Creación.” El lugar estaba solo a dos cuadras de distancia; pero no fui, porque no pude relacionar esto con lo que había oído la semana anterior. Sin embargo, la semana siguiente, de vuelta en el mismo café, entró un señor con un maletín en la mano que contenía libros. Explicó en cuanto al contenido interesante de los libros, y me dieron ganas de quedarme con ellos pero no tenía dinero, puesto que lo había perdido jugando por dinero allí en el café. Las cosas que decía me parecían iguales al mensaje que había oído acerca de la resurrección dos semanas antes. Bueno, no teniendo dinero, le pedí que regresara el sábado siguiente. ¡Ay, nunca se presentó! De modo que continué preguntándome cómo hallar a la gente que tenía la verdad y entendía la Palabra de Dios.
Poco después recibí una invitación para asistir a una conferencia bíblica. Pensaba ir, pero lo aplacé, pensando que estarían allí el siguiente domingo; planeaba ir entonces. Fui pero me quedé desilusionado cuando llegué al salón en la dirección dada y se me dijo que este salón solo había sido alquilado para la conferencia del domingo anterior. Ahora estaba más determinado que nunca a encontrar estas personas, porque pensé que esto era lo que buscaba.
Nuevamente se me invitó a una conferencia bíblica, y esta vez me aseguré de estar allí a la hora y en el lugar apropiados. Pero quedé muy desilusionado por lo que dijo el orador. Simplemente no pude enlazarlo con lo que había oído originalmente; y, para mi gran deleite, me enteré de por qué había sido esto así cuando, en un tiempo posterior, averigüé que este orador se había asociado con los Estudiantes de la Biblia, como entonces se llamaban los testigos de Jehová, pero se había separado y ahora estaba predicando sus propias ideas. Todavía estaba yo determinado a encontrar estas personas que tenían el mensaje que yo había oído inicialmente y que me fue tan alentador.
MI BÚSQUEDA RECOMPENSADA
Por fin, me dirigieron a un salón pequeño en la calle Veintitrés, cerca del río Este de Manhattan. Fui a ese lugar y cuando oí lo que se consideraba me sentí confiado de que estas personas eran los seguidores verdaderos de Jesucristo.
Poco supe en lo que resultaría esto, pero, reflexionando, puedo ver que fue el escalón a lo que había estado buscando. Allí oí a gente hablar acerca de la maravillosa esperanza de vida eterna. Cuando comencé a oír el mensaje de la verdad bíblica no era difícil distinguir éste de otras cosas que había oído. Tenía un sonido claro, verdadero y era vigorizador. Cuando averigüé que estas personas tenían las aguas de la verdad, fue como hallar un oasis en un desierto exánime, sin agua. Desde ese día, cuando fui a ese pequeño local de reuniones en la calle Veintitrés de la ciudad de Nueva York, jamás he dejado de ir a las reuniones de congregación de los testigos de Jehová, a menos que sea por enfermedad o alguna otra razón válida. El asistir continuamente a las reuniones me ayudó a avanzar en conocimiento acertado, y así mi fe llegó a ser más firme en Jehová Dios y en su Hijo, Jesucristo.
La primera semana que asistí a esta reunión, recibí un paquete de invitaciones con el cual pude invitar a la gente a la conferencia bíblica el domingo siguiente. De modo que las usé, yendo al café donde frecuentaba y luego de café en café, repartiendo invitaciones para la conferencia bíblica.
BAUTISMO Y SERVICIO EN BETEL
En 1920 cuando comencé por primera vez a aprender de los propósitos de Jehová y cómo me incumbía el dedicar mi vida a él y servirle en la obra de predicación, comprendí, además, que tenía que ser bautizado también, como Jesús, en símbolo de mi dedicación. Me enteré de que iba a haber un bautismo en Brooklyn, y, habiendo hecho una dedicación en mi corazón para hacer la voluntad de Jehová, decidí simbolizar mi dedicación. Tuve el privilegio de ser bautizado en el número 124 de Columbia Heights de Brooklyn, Nueva York, en el hogar Betel, el centro de dirección de la Sociedad Watch Tower. Tengo mucho gusto por esto, aunque sé que el bautismo en cualquier otro lugar hubiera sido igual de aceptable; pero aquí es donde, ocho años después, comencé mi servicio de tiempo cabal a Jehová; y, si es su voluntad, espero que sea aquí donde termine mi curso terrestre.
Fue en 1928, después de llenar una solicitud, que se me invitó para servir como miembro de la familia Betel, y, ¡qué gozo ha sido el ser usado en el centro de dirección de la organización visible de Jehová! Habiendo hallado la adoración verdadera de Jehová Dios, tuve gusto de que había algo que valía la pena para lo cual mi vida podía usarse. No solo tenía la satisfacción de saber que estaba sirviendo a Jehová de tiempo cabal, sino que tuve el sentimiento interior de contentamiento, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. Oh, no siempre fue fácil. Teníamos que trabajar duro, y todavía lo hacemos. Pero ahora el trabajo tenía un propósito verdadero.
También, hay otros gozos y ocasiones de felicidad que he tenido mientras he servido como miembro de la familia Betel. Uno de los más agradables ha sido que en el tiempo que he estado aquí llegué a conocer a una consierva, la hermana Ivy Brown. En 1933 Ivy y yo nos casamos, y después pasamos treinta años juntos sirviendo a Jehová, recibiendo sus bendiciones al participar en el ministerio del campo, asistiendo a las reuniones de congregación y a las asambleas juntos. ¡Qué ayuda fue ella para mí! Y era un ejemplo para las otras hermanas en la congregación a medida que ayudaba a otros a aprender la verdad de la Palabra de Dios.
Mi esposa ha muerto, siendo su esperanza el galardón celestial. Unos cuantos días antes de morir, aunque sufría físicamente pero todavía se regocijaba mentalmente con el conocimiento de Jehová, fue consolada por cosas que jamás olvidaré. Solo mencionaré una de ellas que fue muy fortalecedora; ésta fue una carta que recibió de una muchacha china con quien había celebrado ella un estudio bíblico. Que la carta hable por sí sola:
“Estimada hermana Ivy: Sentí enterarme de que usted no se siente bien, y espero verla pronto. También espero que se esté recuperando de su enfermedad. . . . Oh, Ivy, jamás me pesó y no me pesa el haber dedicado mi vida a hacer la voluntad de Jehová. Sé que en estos últimos días la vida no es fácil y no lo será; pero con la ayuda de él y bendiciones sobreviviremos al Armagedón. Siempre le he dado gracias a Jehová por haber recibido el mensaje de vida por medio de usted. A causa de este mensaje puedo contemplar el futuro con esperanza y gozo. . . . Con amor, María.”
Poco después de esto falleció mi esposa, pero ella fue fiel hasta el mismísimo fin y dio testimonio de su fe a los doctores y enfermeras del hospital. Ella se puso de parte de la ley de Dios sobre la sangre. (Hech. 15:28, 29) No podíamos estar de acuerdo en que se administrase transfusión de sangre. Aun los doctores que se esforzaron vigorosamente para hacerla aceptar transfusiones tuvieron que admirar su fe. Al tratar de raciocinar con el doctor, le expliqué que, aunque esto extendiera la vida de mi esposa por un corto período de tiempo, al fin, debido a violar la ley de Jehová en cuanto a la santidad de la sangre, moriría y permanecería muerta para siempre, mientras que si moría ahora, rehusando violar su conciencia cristiana entrenada por el estudio de la Palabra de Dios, ella tendría la garantía de una resurrección a la vida eterna. Aunque los doctores no podían entender, hicimos nuestra decisión, y Jehová me ha dado las fuerzas para aguantar la pérdida de mi esposa, en la fe.
RICAS BENDICIONES POR HALLAR A DIOS
De modo que ahora me acerco al fin de mi historia, sin esposa, pero de ninguna manera solo. Tengo a Jehová Dios a quien adorar, a su Hijo Jesucristo como mi Caudillo, la rica asociación de mis consiervos dedicados y Betel es mi hogar. Me encuentro entre los que sirven al mismo Dios que yo sirvo. Tengo muchos amigos jóvenes así como amigos viejos y ellos tienen la misma fe y, sobre todo, el mismo Dios. Sí, ricas bendiciones reciben los que buscan y hallan al Dios verdadero.
¡Qué vida plena he tenido desde que aprendí acerca de Jehová! He tenido el privilegio de vivir cerca y dentro del hogar Betel desde que aprendí la verdad de la Palabra de Dios y he podido ver directamente la asombrosa expansión de la organización visible de Jehová. ¡Qué evidencia ha sido esto para mí de la bendición de Dios! He visto la expansión de los medios para imprimir de la Sociedad Watch Tower, y he visto crecer a la familia Betel de 150 miembros a cerca de 700. Y poco sabía yo allá en 1910 que un día estaría yo asociado con una organización que tuviera una escuela de entrenamiento para superintendentes cristianos en el estado de Nueva York cerca de una población con el mismo nombre que mi isla natal—Itaca.
Muchas otras bendiciones he recibido al asistir a asambleas nacionales e internacionales de los testigos de Jehová, todo lo cual ha fortalecido mi fe en Jehová, aun más. ¡Qué gozo para este viejo, que en un tiempo como joven buscaba algo, ver a tantas personas de todo el mundo que también estaban buscando y reunirse con ellas, sabiendo que tienen la misma fe y esperanza!
Por medio del entrenamiento teocrático en la escuela del ministerio y el asistir a las reuniones de congregación, he podido avanzar de un alma tímida a una que no tiene temor de predicar de casa en casa y hablarle a la gente en cuanto a las buenas nuevas del Reino. Todavía estoy matriculado en la escuela del ministerio teocrático y tengo el privilegio de dar conferencias bíblicas públicas. Todavía empleo mi tiempo en el servicio de Jehová, y oro para que pueda continuar sirviendo fielmente, sabiendo que continuaré recibiendo ricas bendiciones de Jehová, el Dios que busqué y hallé.
He aquí que llamarás a nación que no conoces, y naciones que no te han conocido correrán a ti; a causa de Jehová tu Dios, . . . ¡Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, invocadle en tanto que esté cercano!—Isa. 55:5, 6, Mod.